VERANO COMPLICADO / SOCIEDAD
En el 2015 cualquier encuesta, de la ciudad que se eligiese del país, daba como primer tema de aflicción, de preocupación, de queja, de silencioso pedido a las autoridades la inseguridad.
Mas del 50% (en algunas ciudades, como la que habito naturalmente, el 68%) había sufrido un asalto o sus familiares lo habían sufrido. Todos estaban, estamos emparentados con la inseguridad.
El pueblo sabe muy bien de qué se trata. Todos tenemos miedo. Poco o mucho. Ni los asaltantes están seguros en Argentina.
El siglo XXI es sencillo de entender. Aparecieron tres plagas sociales.
La narco sociedad y sus leyes claras y brutales.
La corrupción estructural.
La violencia urbana.
Allí se inscribe todo.
Lo que se quiere y lo que no se quiere. Lo que se vota. Los que asumieron (donde sea) deberían saberlo. Para cada dirigente un slogan, uno solo: pocas pulgas y poco tiempo.
En abril Argentina se estrellará contra una realidad inatajable. Las cifras de la inflación, las paritarias, los muertos por violencia, la vida diaria que es dura sin la mentira del relato.
Corrupción, efedrina, cocaína y paco.
Argentina vivió / vive con la inseguridad en el bolsillo, en la llave del auto, en el celular de alto costo, en las zapatillas, en fin: en todo.
La inseguridad, solo para insistir, apunta al robo, al manoteo, al puntazo con un cuchillo cualquiera, a la muerte por tres chirolas.
Busquen allí, compañeros sociólogos, el porqué del humor de los centros urbanos. Del mal humor, obvio. Estamos en el 2015. Siglo XXI.
Muy pocos roban por hambre. Es de otros tiempos, de otro país, acaso de una Ciudad Feliz.
Era otra la técnica y el resultado. El robo, este robo cruel, es un efecto colateral indispensable de la droga dependencia. Sumado a que ya hay nietos de abuelos e hijos de padres que nunca trabajaron, que viven fuera de cualquier circuito con esperanzas.
De cualquier almanaque, de cualquier mañana diferente. El Gran MDQ es un arrabal de cualquier ciudad del país. Hay droga, violaciones, miedo. El mar cerca no hace diferente a la injusticia social y ésa deuda, que viene del siglo XX, no la cubrieron los políticos.
El peronismo es el mas importante deudor en este asunto.
Nada, sin embargo, mas acuciante que el miedo cuando se abre el ascensor y no hay luz en el palier. Convivir con eso no es fácil. No señor. Eso se llama “miedo urbano” y es una plaga inatajable.
En la esquina de Lavalle y Avellaneda, barrio Los Troncos, una casa tiene los cartelitos que indican: “rejas electrificadas”. No hay jurisprudencia sentada sobre el bien y el mal de esta defensa, autodefensa.
Hay una certeza: así sean 12 voltios, una descarga eléctrica es mala para la salud. El boyero eléctrico. La picana de las jaulas, de las jaulas con vacas, la tortura como memoria. Llegó la angustia y la zozobra. Llegó.
Recordemos que esas descargas hacen se levante una vaca echada dentro de un camión y un toro no pueda cruzar un alambrado. En esas casas está el alambrado electrificado hasta el techo. Llegó ese nivel de autodefensa a la ciudad.
Había llegado a la Argentina. Acá no lo querían ver.
Participé de discusiones sobre este punto, una escalada en la autodefensa, que viene del gas pimienta, el botón de pánico, las manoplas de acero, el revólver.
La electricidad, como ahuyentadora del mal, debería estar prohibida pero tiene huecos la ley, porque no hay ley que defienda de la inseguridad manifiesta y lo que pasa es eso: a MDQ llegó la inseguridad o lo dicho: Mar del Plata decidió instalarse en Argentina.
Me dicen que hay menos turistas, que enero ya ha sido declarado zona de desastre teatral, inmobiliario y gastronómico. Puede ser. No lo puedo asegurar de modo fehaciente, cruzando los dedos, pero hay llantos en Gûemes y alguien tan tranquilo como el cajero del Hardys sostiene: “avísenme cuando empieza la temporada, yo sigo facturando como en noviembre…”
Aclaremos. En ese mismo café las cosas son difíciles. Una botella con agua mineral; 32 pesos, Un platito con dados de queso; 100 pesos. Los mismos 100 pesos que cobra un “trapito”en los partidos de fútbol. Todos, excepto el Ríver / Boca, con vacíos inmensos en las tribunas.
A propósito: réquiem para la imaginación. Hay una tienda instalada donde, hasta la temporada anterior, estaba el teatro Gûemes; eso merece una lagrimita nostalgiosa. Snif, tierno llanto por un lugar que nunca debió desaparecer. Un teatro fuera de circuito (para no decir off) que las autoridades deberían haber cuidado con una ley sencilla: “vea, Don, cerrar un teatro es atentar contra el pasado, el presente, y el futuro…se ejerce violencia a la memoria, se juega al olvido, y eso no se puede”. Listo.
Cerrar un teatro es un atentado. Punto. A propósito, yo sé donde están las butacas, por si alguien tiene un súper galpón por esa zona.
Hablando de zona, sitio, espacio. La vieja estación de colectivos se reformuló y esto provocó cuanto se suponía. Era la llegada de los turistas. Pintaba y despintaba diferente la ciudad. Hay un cambio de circuitos. Alem es otra cosa y el entronque con el centro de MDQ, desde el paseo Aldrey (así se llama ahora) re configura la ciudad.
Los kioscos, antes cercanos y ahora lejanos de los pasajeros. Colectivos, comercios, hasta las viejas pizzerías frente a la estación son otra cosa. Ni bien ni mal. Cambió. Es distinto. En lo auditivo el paseo tiene mucho ruido.
Insonorización es la palabreja malsana. No esta “insonorizado”. En la modernidad si, diez puntos, bienvenido siglo XXI. Luces fenomenales. Falta ocupar todos los locales, las marcas que están son todas ABC1. Mucho paseo, poca facturación.
En lo personal mas cines no es malo. Hay uno tan actual que raja la tierra. Ojalá alguno sea re convertido en teatro de invierno y/o lugar para música de Cámara o Jazz eterno. Aconsejo lunes de jazz, siempre funciona. Más ahora que MDQ está en Argentina.
A Gûemes hay que agregarle Olavarría. La paralela tiene muchos locales. Eso funciona. Crecieron los comercios, es una indicación. En Playa Grande poco baño público y mucho cemento, pero los m2 de sombra estaban todos alquilados, aún en enero, por tanto supongo que un sector clase media apostó a lo conocido y la Ciudad lo es.
También es cierto que en los restaurantes de tres tenedores, y mas, tanto en diciembre como en enero siempre hubo lugar. Es otro indicador. Comer bien cuesta 400/500 por persona. Con 250 en el medio pelo.
Un elogio: todos los boliches de veinteañeros (nada de teen) están en MDQ en un solo sitio, sin vecinos o linderos quejosos, está bueno. Es el comienzo de Playa Grande. Ojalá en mis pagos hagan algo parecido.
Aguante la zona del viejo “hotel Normandie”. En el centro hay poco país de ”la Matanza”. Como diría CFK. No funcionaron las 12 cuotas pára MDQ. Allí se siente la ausencia.
Tengo para mi que, sobre el fin de año, el país se despertó del relato y se asustó.
Mil noches en una noche. La princesa Scherezade contaba y contaba, pero llegó el amanecer. Se ven en enero los restos de la fiesta y el sabor no es el mejor. La foto es fea. Restos, migajas, vasos rotos y la cuenta de la luz, del gas, del auto, de la ropa, del televisor y del viaje. Todo llega. Todo suma.
No es Brasil ni las 12 cuotas a Playa del Carmen. No están los fuegos artificiales de Scioli sobre el Hermitage. Ni sus números artísticos gratuitos en el centro de la ciudad, ahora los mandaron a los arrabales (Parque Camet). No es la rascada de algunos que ya ni en las pantallas están (lo más mediáticos se fueron a Córdoba y eso da para otro análisis) pero las cosas son diferentes, porque Brandoni, para dar un ejemplo inatajable, funciona y el teatro funciona, justamente, con alguien castigado por la monarquía atenuada que el 10 de diciembre abdicó… por los votos.
En el otro extremo el pobre “puma” Goyti, que debe lidiar con un buen texto, que domina y una compañera, que no alcanza el aprobado: Florencia Peña. La gente elige mucho. Cité dos extremos.
Los números de venta de entradas en esta temporada son de Argentina. Mediocres. No es el costo del choripán y el churro relleno. Es la luz del día. Nos estamos viendo las caras. “Sacate el antifaz, mostrate como sos”…Francisco García Giménez lo escribió hace tiempo.
Se buscan autores del fracaso. Algunos acusan a los viajeros fuera de Argentina, otros a Macri, otros a la gobernadora-niña, la Vidal y/o el profe Arroyo. Todo tiene que ver. Cierto, el intendente llegó a un cargo importante cuando ya estaba resuelto casi todo, aún su porvenir.
Como es cierto que hay inflación, que soja, petróleo y otras yerbas que “balanceaban la balanza” no están en su mejor momento, como no está en su mejor momento la mentira del costo de vida y el sueldo sin indexar.
Demasiada realidad argentina y lo dicho: MDQ se anexó.
Ahora sufre el arraigo. Marplatenses: bienvenidos a casa. Vivir en Argentina no es sencillo, llegó la hora de acostumbrarse.
Hablen con Aníbal Fernández, con Hugo Moyano, que es de estos pagos. Hablen con CFK.Visiten Calafate, invita Lázaro Báez (y Máximo).
BIGOTE ACOSTA
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