SALUD / EN TERAPIA INTENSIVA
Los médicos son en sí mismos en Argentina un consorcio público-privado: los mismos que se caracterizan por estar mal pagos, en general mal alineados y ser bastante poco aprensivos cuando atienden en hospitales y dependencias municipales, se transforman en mejor remunerados, prolijos y algo más considerados con los pacientes cuando se cruzan a veces de vereda y se cambian de guardapolvos por uno limpio y planchado para hacer el mismo trabajo en el consultorio, la clínica o el sanatorio privados.
Es el desdoblamiento que distingue a la medicina en nuestro país, donde la salud está dividida tanto para la población como para quienes la administran en estatal, social, “de mercado” y una mezcla de todas, porque son idénticas las caras que se reproducen en uno y otro ámbito, aunque con diferentes rictus según su clasificación pecuniaria.
La particularidad es que, a diferencia del mundo y en particular de América latina, Argentina sea uno de los países con mayor número de médicos por habitantes en la región: casi 4 por cada mil habitantes (sólo superado por Cuba, con 6/7), uno de los peor remunerados y con pésima distribución en las especialidades y en la distribución geográfica de la cobertura.
Clínica-Web, basándose en consultas a diversos profesionales, desmintió al Ministerio de Salud de la Nación que un profesional ingresante al sistema, con dedicación plena, tuviera en enero un sueldo de $ 22.000, y extrajo como conclusión que inclusive sería muy difícil llegar a ese salario hoy en día para un recién egresado.
Por otra parte, y pensando en la carrera profesional de un médico, los más experimentados afirman que hoy en día es muy difícil sostener una familia con el ingreso de una sola institución, sea pública o privada. Es necesario diversificar el trabajo entre instituciones y pacientes privados para que el “número cierre”.
También son muchos los médicos experimentados que abandonan el sistema de salud público debido al mal balance entre dedicación y remuneración.
Después de África, Sudamérica es el continente dónde peores sueldos se pagan a médicos y otros profesionales de salud. Argentina está en la mitad de tabla, siendo Brasil, Chile y Colombia los países con mejores salarios y Bolivia, Paraguay y Venezuela donde los médicos peor cobran.
Mucho más llama la atención la abismal diferencia entre el salario que puede recibir un médico en Argentina y en países de primer mundo. Mientras que en nuestro país el promedio general se ubica en los US$ 38.000 anuales, los profesionales médicos de los países mejor ubicados cobran en promedio US$ 117.000 anuales (en Holanda), US$ 118.000 (en Reino Unido) y US$ 161.000 (en Estados Unidos), sólo por dar ejemplos.
Todos estos números corresponden a profesionales no especialistas.
Lo que sí parece coincidir en Argentina y en todo el mundo son los especialistas mejor pagas dentro de la medicina, como los cirujanos, radiólogos, anestesiólogos, gastroenterólogos y oncólogos se encuentran en el top 5 de especialidades mejor pagas.
Del otro lado y los menos beneficiados, mayormente alineados con las especialidades con mayor cantidad de profesionales, podemos decir que las peor pagas son la pediatría, los psiquiatras, neurólogos, ginecólogos y traumatólogos.
El déficit de especialidades se manifiesta en medicina general y familiar, anestesia, neonatología, terapia intensiva y, en algunas zonas en particular como el noroeste y noreste del país, así como en centros de salud y hospitales de provincia y localidades pequeñas y alejadas.
Donde sí se reproduce la tendencia global es en el déficit sanitario que encabezan los uniformados de blanco.
Carlos Vassallo, profesor de Salud Pública de la Facultad de Ciencias Médicas en la Universidad Nacional del Litoral, escribe para la revista digital Médicos que estas excepcionalidades vernáculas son la consecuencia de un exceso formativo sin control iniciado con el reinicio de la democracia en 1983.
Desde un análisis estrictamente económico, aboga por poner delante de cualquier política salarial los principales criterios que se intentan instalar para el buen funcionamiento y una mejor dirección de un sistema tan complejo, diverso y plural, o sea, que haya una planificación en lugar de dejarlo librado a la oferta y la demanda, como si se tratara de un mercado.
La cantidad de médicos que se encuentran en edad activa en el ámbito nacional alcanzan el número de 160.041, cuantifica. La particularidad es que se produjo una segmentación profesional (híper especialización) y geográfica (radicación de médicos en las ciudades más grandes) que tiende a estrechar los mercados médicos correspondientes.
Señala en esa dirección el autor del artículo que el sector público que no conduce ni ordena, dado el modelo de descentralización sin rectoría y, en consecuencia, no define ni emplea algunas políticas de recursos humanos comunes para todo el territorio nacional.
“Sería importante un COFESA consensuando una política de remuneraciones como instrumento de incentivo para poder atraer médicos hacia aquellos puestos y lugares menos atractivos”, propone.
Dado el carácter altamente federal del sistema de salud, el rol de la Nación en materia de recursos humanos es ineludible. La producción de médicos sigue siendo nacional (universidades nacionales) y, en consecuencia, debería funcionar un mecanismo de articulación de la demanda de profesionales, sobre todo de aquellos que se insertarán y trabajarán en el sector público.
Pero no existen políticas federales promotoras de un modelo de atención de la salud ordenado, a través de médicos de cabecera bien remunerados, lo cual constituye otro de los factores que atrasa el desarrollo de la prevención y promoción de la salud que hoy el variado y pluralista sistema de salud argentino requiere más que nunca y para el cual necesita que pacientes y profesionales estén organizados, ordenados y se complementen.
En el artículo publicado en la revista Médicos se atribuye la inelasticidad de la oferta en el mercado laboral de médicos a la segmentación profesional y geográfica, acentuada por el hecho que la inmigración se ha interrumpido como consecuencia de la escasa diferenciación y baja remuneración del médico argentino en determinadas zonas del país.
Lo que está agravado porque la demanda privada compite con la pública en las especialidades críticas. Es dable observar el contraste entre el otorgamiento de turnos con varios meses de demora en los hospitales para algunas de ellas, cuando esos mismos profesionales tan requeridos suelen llamar e insistir a los pacientes que pagan en el ámbito privado.
Advierte Vasallo que los salarios públicos provinciales regulados por debajo del nivel de equilibrio exacerban las tensiones y se manifiestan con una menor dedicación laboral en el trabajo. “Es muy difícil encontrar profesionales después del mediodía en los hospitales provinciales/ centros de salud y las ausencias son también parte de la discontinuidad laboral”, ratifica.
Y subraya en ese aspecto que “los médicos tienden a privilegiar sus trabajos privados atendiendo a la seguridad social o bien prestando servicios en sus clínicas y sanatorios, y dejando al hospital como un ingreso que le asegura jubilación y cobertura médica en el instituto provincial que corresponda”.
O sea, que en lugar de prestar un servicio esencial para la población de menores recursos, priorizan su situación personal, valerse de los beneficios que le da la salud pública y manejarse con afán de lucro como si se tratara de un acto de comercio.
Pero a la vez es cierto que conviven, en general, con la precarización de los medios en las salas públicas y la desprotección ante el vandalismo, sobre todo en los hospitales del conurbano bonaerense, debido a la desaprensión con que las autoridades políticas tratan una cuestión tan sensible como la salud pública de la población, que muchas veces confunden con la medicina social que prestan o intermedian las obras sociales que administran los propios gobiernos o los sindicatos.
UNIVERSIDAD GRATUITA
Cuando analiza la oferta de médicos en la Argentina y un posible tránsito del libre mercado a la planificación, Vasallo recuerda que la gratuidad de Universidad en la Argentina ha sido un gran atractivo tanto en el país como en la región y durante muchos años se han recibido estudiantes para la carrera de medicina.
Anualmente egresan aproximadamente 6.000 médicos (5.000 pertenecientes a universidades públicas y más del 50% corresponde a las universidades de Buenos Aires, Córdoba y Rosario).
La Argentina ha sido un receptor importante de estudiantes extranjeros de la región. Los primeros fueron peruanos, paraguayos, bolivianos, y uruguayos y luego más cerca en el tiempo llegaron brasileños y colombianos a los cuales les resulta más fácil vivir y estudiar aquí que pagarse los estudios en sus países de origen donde la educación universitaria es más elitista e históricamente más cara.
Los médicos argentinos tienen un fuerte arraigo por “quedarse en el lugar donde estudiaron” y las organizaciones y sistemas provinciales de salud colaboran en agravar todos los síntomas de esta endogamia local.
Estos déficits se agravarán por los siguientes motivos:
1. Feminización de la profesión (dos de cada tres nuevos médicos son mujeres).
2. Pirámides de edad envejecida en aquellas especialidades más tradicionales como obstetricia, ginecología y traumatología.
3. Aumento de la oferta pública para cubrir centros de salud y hospitales.
Quizás la mayor debilidad del sistema es la ausencia de rectoría y gobernanza que para un sistema tan diverso y complejo resulta muy difícil de direccionar.
Una vez recibido los profesionales, como sucede también muchas veces con los pacientes carentes de un marco de reglas adecuado para encauzar el funcionamiento, terminan inclinándose por aquellas opciones más favorables a ellos mismos.
Advierte Vasallo que si se deja que el mercado ponga los incentivos, la consecuencia es un corrimiento de los profesionales en busca de las especialidades más rentables y donde más fácilmente pueden diferenciarse.
Menciona casos en los que médicos formados para hacer medicina familiar y general terminan haciendo una especialidad ante un entorno que no promueve y paga por el cuidado de la salud, sino por la atención de la enfermedad.
Insiste en la necesidad de incentivar la radicación de profesionales en ciertas regiones, ciudades y pueblos.
Y al mismo tiempo que los grandes hospitales más prestigiosos paguen menos porque seguramente no les faltarán profesionales deseosos de conseguir nombres y credenciales.
Pone como ejemplo que Harvard paga muy mal a sus jóvenes profesores sin plaza, para afirmar que a los grandes hospitales de la Ciudad de Buenos Aires, Rosario o Córdoba nunca le faltarán cirujanos o neonatólogos.
Clínica Web subraya que los residentes tienen en cuenta el salario además del prestigio a la hora de elegir la institución a la que aspiren ingresar y que hay hospitales que para el primer año de residencia pagan $5.000, y otros que llegan hasta los $24.000, según la institución, la ubicación y la especialidad de residencia.
En cuanto a las innovaciones tecnológicas, previene que tienden a inducir cambios fundamentales en los perfiles de la práctica médica.
¿Quién hubiera imaginado tantos cardiólogos involucrados en la práctica de la hemodinámica?, cada vez más las fronteras se vuelven difusas y móviles entre los especialistas, los procesos de automatización de los laboratorios de estudios clínicos y la deslocalización (digitalización) del diagnóstico por imagen.
Estos cambios tienden a modificar en forma radical los procesos productivos de salud.
Además, en un mundo fuertemente globalizado, uno se podría preguntar si tiene sentido planificar la oferta de médicos desde un país, asumiendo una falsa ilusión autárquica.
Aquellos países que tienen vocación e historia de planificación entre los que podemos mencionar a Canadá, Australia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos han desarrollado métodos y tienen experiencias que merecen ser estudiadas.
El sector en el país está introduciendo mecanismos regulatorios (exámenes de ingreso, oferta de residencias médicas, y de las especialidades) lo cual torna imprescindible la fijación estricta de rumbos.
También es menester observar que algunas políticas implementadas durante los últimos años llevaron a que la movilidad tendió a descapitalizar algunos países y dejar insatisfechos a otros.
Por ejemplo, la demanda que está generando Brasil en la región a través del Programa Mais Médicos ha resultado notable y tiende aumentar año por año. Destaca que la planificación del SUS Brasileño no está orientada hacia especialistas ni tampoco a trabajar en las grandes ciudades de ese país, sino que, por el contrario, el gobierno intenta cerrar la brecha que se ha generado con la mejora de ingresos de la población, la salida de la pobreza por un lado y la debilidad de la oferta que se refleja en la falta de médicos en centros de salud de pequeñas localidades alejadas de los grandes centros urbanos.
En particular afecta a nuestro país en las zonas limítrofes (Misiones, etc.) pero no ha tenido un efecto mayor en otras regiones. Si bien existe una cercanía geográfica importante las características culturales de uno y otro país son distantes.
Lo que sí se observa como flujo de migración importante en la región son médicos recibidos en Cuba, país con el que Brasil ha realizado un convenio especial que hasta ahora ha generado la llegada de más de 8.000 médicos vía un acuerdo con la Oficina Panamericana de la Salud que actúa como representante del país y devuelve la mayor parte del salario médico que constituye un ingreso de divisas clave para Cuba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario