POLÍTICA / OPINIÓN
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). La campaña electoral entra en su etapa final. Los candidatos a Presidente de la Nación han comenzado a presentar sus equipos de potenciales ministros en donde aparecen figuras muy conocidas, algunas nuevas que no generan confianza y hasta algún que otro nombre repetido en dos proyectos políticos diferentes, como ocurre con Miguel Peirano.
Pero así como de los tres presidenciables 66% han formado parte del kirchnerismo en parte o todos estos 12 años, casi 60% de los mencionados hasta ahora también han participado, en distintos roles, de la “Década Ganada”.
Curioso destino el de la Argentina, que intenta pasar de una etapa a otra de la historia política con muchas de las figuras que protagonizaron el periodo por abandonar. Eso es consecuencia de que el peronismo muta, se transforma, actúa en forma gatopardista, dado que cambia para no cambiar, porque se modifica en los estilo, en las formas, en los modos; pero no en las prácticas clientelares y políticas y en el ejercicio del poder.
Pero, tal como la política argentina se construye a partir de las características intrínsecas de sus liderazgos, detrás de las presentaciones de los ministeriables ya se comienza a intuir, si no son los primeros rounds, la sangrienta pelea que protagonizarán sciolistas y kirchneritas si gana Daniel Scioli, la debilidad estructural e incoherencia filosófica que puede tener la alianza que podría llevar a Mauricio Macri a la Casa Rosada o la inmanente herencia del “habitus” y en el ADN K que permanece en el massismo, si ganara el balotaje Sergio Massa.
Muchos se quejan de que la presentación de los ministeriables no han movido el amperímetro en el electorado, pero han pasado muy pocas horas para que los líderes de opinión y las llamadas “personas de influencia”, de las cuales se nutren los votantes para tomar sus decisiones, evalúen el impacto que puede tener una posible gestión de Daniel Scioli contra un gobierno de Mauricio Macri o la lejana opción de una administración de Sergio Massa (aunque, si son 'líderes de opinión' la mayoría conocía ya esos nombres... ).
En las 2 semanas que comienzan, los candidatos van actuar sobre segmentos de electorados que quieren conquistar. Daniel Scioli promete recorrer una y otra vez el Gran Buenos Aires, Mauricio Macri ha creado un call center que llama a votantes del Frente Renovador y de Progresistas para que modifiquen su sufragio, y Sergio Massa promete meterse en las villas, donde reside el núcleo duro del voto kirchnerista.
Todos van a intentar romper el equilibrio que muestran las encuestas y tratar de seducir a ese 30% de votantes que pueden cambiar su sufragio, pero con una triple acción: por un lado, los spots publicitarios y las declaraciones y presentaciones en los medios; por el otro, parece que ha llegado el momento de lanzar “carpetazos” para sacudir a los votantes racionales e, incluso, a los que se guían por sus emociones para elegir.
La imputación contra el Jefe de Gabinete y candidato a gobernador de Buenos Aires, Aníbal Fernández, junto con el electo gobernador de Tucumán, Juan Manzur; es una daga en el corazón de la campaña de Daniel Scoli.
En tanto que la imputación hacia el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi; y el titular de la Fundación Pensar Argentina, el macrista Mateo Goretti, por supuesto “lavado de dinero”, tras una denuncia realizada por el procesado titular del Procelac, el ultrakirchnerista Carlos Gonella, puede ser el comienzo de una escalada que deje muchos heridos y desconcierte a los votantes más conservadores.
Tampoco ayuda al clima preelectoral el cruce que protagonizan Daniel Scioli y Sergio Massa, en donde no faltaron las “chicanas” baratas y las palabras subidas de tono. Hasta ahora hemos tenido una campaña larga, extenuante, aburrida, carente de propuestas, protagonizada por candidatos “desangelados”, interrumpida por una insoportable catarata de cadenas nacionales de Cristina Fernández.
Si a eso le sumamos “carpetazos” y violencia, la polarización estará cada vez más lejana.
Pocas veces desde el regreso de la democracia el candidato a gobernador de Buenos Aires ha implicado tanto gasto político para el postulante a Presidente de la Nación del peronismo como es el caso de Aníbal Fernández para Daniel Scioli.
Sin duda, ha sido una de las tantas malas elecciones de Cristina Fernández, dado que si no llegara al poder, tampoco servirá como “portaaviones” para las huestes kirchneristas, hasta que “regresen” al poder, como cree que ocurrirá la “Mesa Chica” que rodea a “abogada exitosa”, que corre peligro de perder el control de su territorio.
Algunos intentan comparar la Argentina de 2013 con la de 1973 y el actuar de la izquierda peronista, con el lema“Cámpora al gobierno, Perón al poder”, con el armado político que lleva adelante Cristina Fernández con Daniel Scioli.
Es cierto, en principio aparecen similitudes, pero olvidan que Daniel Scioli no es Héctor J. Cámpora, que Cristina Fernández no es Juan Domingo Perón, aunque Ella se crea superior al fallecido General; la gente aclamaba por el regreso de Juan Domingo Perón en aquella época, mientras que Cristina Fernández se va de la Casa Rosada con 60% de imagen negativa.
Además, el Gobernador de Buenos Aires nunca llegará a tener los votos que tuvo la actual Presidente de la Nación, ni Cristina Fernández los votos de Juan Domingo Perón y el peronismo de los '70 no se asemeja al kirchnerismo.
Con respecto a 1973, han desaparecido los partidos políticos, los sindicatos no tienen el poder del pasado, los gobernadores son una liga que no jugaba en los '70, antes las armas la tenía la política (hoy la tienen los narcos), los medios de comunicación tienen otro poder, lo mismo que los grupos económico y los bancos y, sobre todo, el argentino es muy diferente al que habitaba estas Pampas hace 40 años, dado que hoy actúa más como “consumidor” que como “ciudadano”. Por fin, la historia no se repite a sí misma, y menos en la Argentina.
Quién sea elegido Presidente de la Nación poco importa. Jurará con un poder parcial, con un colectivo político poderoso y con intenciones de volver al poder (el kirchnerismo), con agrupaciones que pueden llegar a disolverse si pierden sus candidatos (como puede ser el sciolismo, el macrismo, el massismo y “Progresistas”), con un sindicalismo que tienden a atomizarse más y con figuras políticas con muy poco peso político propio; lo que implicará un enorme esfuerzo para construir las fuerzas políticas que serán las protagonistas de las elecciones del 2019.
Hoy, la política argentina hay que pensarla a 3 niveles:
1. Tratar de saber si habrá o no Segunda Vuelta y quienes protagonizarán, si se produce, el balotaje.
2. Cómo serán los primeros pasos del futuro Presidente de la Nación, según sus declaraciones y los ministros que están presentando.
3. Cómo será el futuro político y económico de la Argentina los próximos 2 años. Las dimensiones del ajuste a realizar, cómo se realizará y los costos políticos y alianzas que deberá negociar el futuro Presidente de la Nación para hacer todos los cambios que son necesarios.
Ésta ha sido una campaña presidencial como nunca ante vivió la Argentina. La elección que tenemos por delante, quizás, sea la primera vez que ocurra con las características que tendrá y, por fin, la etapa de gobierno que comenzará el próximo 10 de Diciembre tampoco se parecerá a nada de lo vivido hasta ahora.
Los chinos tienen 3 maldiciones. Una de ellas dice: “Que te toquen vivir tiempos interesantes”. Bueno, otra vez (como en 1983, 1989, 1999 y 2003) estamos por vivir “tiempos interesantes”
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