CONFIDENCIAL / OPINIÓN
Por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Desconcierto y manipulación son las dos palabras que pueden describir la sensación que tienen los votantes informados (o desinformados, en estos momentos) y las acciones que llevan los equipos de campaña para tratar de polarizar al electorado y facilitar la elección de sus respectivos candidatos.
Tal como se observa, ambas situaciones son contradictorias y no hacen más que crear una brecha al Gobierno, que aprovecha para poder imponer su agenda de temas que distraigan a la opinión pública.
- Según sciolistas y macristas, hay escenario cerrado y Sergio Massa está quedando atrás en las encuestas.
- Según los massistas, no existe tal escenario y cualquiera de los tres presidenciables puede llegar a la Casa Rosada.
- El kirchnerismo dice y juega como si fuera a seguir en el poder.
- Los medios apuntalan o castigan a uno u otro candidato según su conveniencia de hipotético reacomodamiento y recompensa 2015-2019.
- El establishment empresario no termina de definirse y sigue coqueteando con el Gobierno.
- Los sindicatos de trabajadores se cansaron del oficialismo y apuesta a uno u otro postulante con el fin de posicionarse ante una futura Administración.
- Y, como si fuera poco, el papa Francisco trabaja como si se tratara el “Gran Elector”.
Sin duda, un escenario complejo, nunca visto en la Argentina.
En 5 meses, según las encuestas, encabezaron la voluntad de voto, alternativamente, Sergio Massa, Mauricio Macri y Daniel Scioli.
En principio, el escenario de tres tercios se mantiene conformado en las preferencias por
> los votantes favorables al kirchnerismo,
- los antikirchneristas furiosos; y
- un grupo que no votaría a un candidato que apoye o que critique ciegamente a Cristina Fernández y la supuesta “Década Ganada”.
Daniel Scioli se posiciona en la senda de los votante que apoyan al kirchnerismo, Mauricio Macri atrapa al público antikirchnerista y Sergio Massa apuesta por la llamada “gran vía del centro”, que no es tan grande, que no es tan de centro y que no termina de definir posiciones para el caso de una segunda vuelta.
Sin embargo, hay más de un tercio del electorado que no tiene una preferencia, lo que deja muchos electores para seducir.
Las primeras elecciones que se han producido en 2015 y las principales de 2013 muestra un “corrimiento” de los votos hacia la centro derecha, algo que colabora a profundiza la falta de un importante candidato de centro izquierda y dejando al kirchnerismo un amplio margen para poder buscar votos para retener espacios de poder.
Encuestadores massistas sostienen que 2 de cada 3 votantes no quieren sufragar a favor de un candidato kirchnerista o antikichnerista. Sin duda, es llevar agua para su molino; pero al mismo tiempo, sostienen que la ratio “kirchnerismo/antikirchnerismo” gobierna la matriz de decisión del votante.
Esta es una herencia del Caso Nisman, que rompió con el eje “continuidad con cambio o cambio con continuidad”, en particular, porque los votantes no saben definir qué hay que mantener y qué eliminar; y porque los candidatos alternan un anuncio de cambio y otro de continuidad; lo que genera mayor confusión en el votante.
Con la alta volatilidad en la voluntad de los votantes, el massismo comenzó a hablar de un “voto silencioso” hacia el ex Intendente de Tigre, como el “voto culposo” hacia Carlos Saúl Menem, o el “voto basura” que nació del “que se vayan todos” en plena crisis de la Alianza (sí, los K nacieron de un 'voto basura').
Pero la especulación no hace más que intentar contener el drenaje de fuerzas que hoy se observan en el Frente Renovador.
Y he aquí el uso que se da a las encuestas en esta etapa de la campaña electoral: busca crear percepciones entre los dirigentes político para que salten de un candidato presidencial a otro, rompiendo el complejo armado que requiere la carrera para llegar a la Casa Rosada, en medio de un sistema político totalmente desarticulado e inestable.
¿Qué llevó a Jesús Cariglino a dejar el Frente Renovador que él ayudó a crear? La percepción de que Sergio Massa no podrá ser Presidente de la Nación, que le ganará Mauricio Macri y que el diputado nacional sería el mejor candidato a Gobernador de Buenos Aires, todo esto, teniendo en consideración que Cariglino no puede perder el poder territorial que tiene en el municipio de Malvinas Argentinas.
¿Quién/quiénes instaló/instalaron esa percepción en Cariglino? Un par de encuestadores.
¿Qué llevó a José Manuel de la Sota a aliarse con Sergio Massa y al ex intendente de Tigre a aceptar competir con el Gobernador de Córdoba?
José Manuel de la Sota no podía subir en las encuestas y no tiene un aliado en Buenos Aires, al ex Jefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner le faltaba tener un acuerdo con el líder territorial de una provincia con muchos electores y legisladores nacionales.
A su vez, el cordobés debía romper el “corralito” peronista y el joven bonaerense debía poner un pie en el llamado 'peronismo federal'. Ambos se guiaron por las encuestas, además de las necesidades de un armado político amplio y abarcativo.
Hoy, los mayores lectores de encuestas son los políticos y muchas de las decisiones que ellos toman están guiadas por los resultados de esos estudios. Por eso muchos inundan de encuestas los medios, dado que además de los políticos, son muchos los periodistas que generan sus propias agendas guiados por esas informaciones. Y los medios, son la llave principal de cualquier campaña electoral, dado que transmiten las percepciones que los equipos de campaña quieren “sembrar”.
De esta forma, en un sistema político desestructurado, donde las alianzas con los liderazgos territoriales son la base del armado de una candidatura presidencial exitosa, las encuestas se han convertido en mecanismo de impulso para la toma de decisiones políticas y mediáticas hacia un lado o hacia otro. De allí el peso que tiene la manipulación para una campaña electoral, con se hace evidente cada semana en el camino del armado de las alianzas y la determinación de los candidatos.
Al mismo tiempo que en el Reino Unido, 11 consultoras erraron en sus pronósticos, la Casa Rosada le ordena al Frente para la Victoria que racionalice el número de postulantes y, como método para seleccionar quienes quedan en la carrera y quienes deben bajar, aparece la encuesta como elemento central para alinear a la tropa y derribar las intenciones de políticos que nunca deberían haber comenzado la carrera electoral, pero que sus egos los impulsaron a despilfarrar fondos públicos en una campaña que nunca los tuvo como protagonistas.
Más allá de las encuestas, es en la acción política donde existen las mayores fallas y los choques de egos causan más estragos que los objetivos a alcanzar.
Por ejemplo,
- Mauricio Macri no puede dejar escapar a Sergio Massa en la Provincia de Buenos Aires, justo donde es más débil, tal como en el pasado hizo con Francisco de Narváez.
- Daniel Scioli no puede obsequiar el electorado y estructura del peronismo por hacer “actos de fe” hacia el kirchnerismo.
- Massa no puede dejar que se vaya su principal operador político, Juan José Álvarez, justo cuando el massismo pasa un proceso de fugas inesperadas e invalidantes.
No obstante, por más que no puedan, los 3 cometen errores suicidas, políticamente hablando.
Para una buena campaña electoral es necesario que la acción política sea más importante, intensa y extensa que el marketing político o la comunicación. Es fundamental construir poder y no desperdiciar tiempo y recursos en sólo construir percepciones.
En parte, el Frente Renovador ha sido víctima de su fiebre comunicacional y de marketing político y, a la hora de la acción política, las carencias se revelaron descarnadamente.
En ese sentido, el PRO, en la Ciudad de Buenos Aires, no descuidó el marketing política, pero hizo mucha acción territorial y los resultados se verificaron en las urnas en forma contundente.
Pero, mientras los presidenciables construyen el camino hacia las elecciones, el Gobierno se esfuerza por mantener el control del escenario político, con un éxito notable:
- No sólo lograron congelar el dólar blue con acción policial en vez de política cambiaria, sino que
- ha neutralizado a la conflictividad social,
- parece más o menos controlada (por ahora) la conflictividad laboral; y
- la recesión luce “tapada” por subsidios y créditos blandos para el consumo.
Por todo eso, se anima a volver a atacar a la Suprema Corte de Justicia, al Grupo Clarín, a los bancos y así impide o bloquea que el establishment se defina hacia un candidato presidencial u otro.
El ataque a Carlos Fayt confirma la intención del Gobierno de mostrar una fuerza que no tiene, dado que es casi imposible que pueda sacar de su cargo al Magistrado; pero le sirve para polarizar, para mantener el “relato”,para retener y recuperar votantes, para construir una “mística de la derrota”, para quedar como víctima, cuando siempre fueron victimarios.
Y el fracaso casi no tiene costo, ante los beneficios que se alcanzan.
Pero la demostración de fuerza del Gobierno no sólo es hacia el exterior, también mantiene un control férreo de la interna oficialista, tal como se demostró durante el congreso del Partido Justicialista, que aceptó la orden de Cristina Fernández, transmitida por un ex maoísta kirchnerizado, Carlos Zannini, sin que surgieran reparos.
Sin embargo, que se haya aceptado la orden de reducir la cantidad de candidatos oficialista no implica que se vaya a obedecer.
Ya conociendo la orden (anticipada por el diputado nacional y apoderado del PJ, Jorge Landau),
- Aníbal Fernández lanzó su precandidatura a gobernador de Buenos Aires,
- Martín Insaurralde confirmó que desea competir por ese cargo;
- Daniel Scioli apoyó las aspiraciones de Fernando Espinosa por el mismo puesto;
- el referente del Movimiento Evita, Jorge Taiana, también mantiene su candidatura presidencial;
- lo mismo que Julián Domínguez.
Después de los fracasos porteño y mendocino, Cristina Fernández quiere que haya la menor cantidad de candidatos para no atomizar los esfuerzos. Sin embargo, eso va en contra de los intereses de los propios postulantes y de los liderazgos territoriales; y la Casa Rosada “paga” demasiado poco por renunciar a sus planes y necesidades políticas.
En el fondo, la pequeña revuelta que se observa en el Frente para la Victoria es otro indicativo del “fin de ciclo”, lo que confirma que estamos en este tiempo en donde lo que debe irse no se fue y lo que debe venir, todavía no se define en el horizonte.
Es un vació complejo, donde la manipulación de las encuestas poco hace por resolverlo y, en todo caso, lo agrava.
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