El vigente campeón Novak Djokovic y el maestro del césped Roger Federer se volverán a encontrar este domingo en la final de Wimbledon, pero el resultado es aún más incierto de lo que era hace un año.
El suizo, en una forma magnífica, llega al partido decisivo con la moral por las nubes tras el recital ofrecido en semifinales ante el británico Andy Murray.
Como en 2014, la final opondrá el estilo ofensivo de Federer contra el mejor resto del circuito, el del serbio.
El año pasado, Djokovic acabó llevándose en cinco sets un duelo apasionante (6-7, 6-4, 7-6, 5-7 y 6-4). Federer, que comenzó dominando el encuentro gracias a golpes de gran clase, vio como su magnífico servicio lo abandonaba en el peor momento del partido.
El suizo, que en agosto cumplirá 34 años, exhibe esta temporada una mejor condición física que hace un año. Federer, que comenzó el torneo admitiendo que no había jugado hasta entonces un "super" tenis, hizo vivir una pesadilla al seguidor británico en las semifinales contra Murray (7-5, 7-5 y 6-4) para clasificarse por 10ª vez para la final de Wimbledon.
Djokovic, forzado al límite en octavos por el sudafricano Kevin Anderson (al que eliminó en cinco sets), se mostró más contundente posteriormente ante el croata Marin Cilic y el francés Richard Gasquet, sin que por el momento haya parecido haberlo dado todo. Los dos jugadores tienen un rendimiento desigual en finales de Grand Slams: con ocho títulos en 16 finales, Djokovic sólo ha ganado la mitad de las finales disputadas en torneos grandes y ya perdió la última, en Roland Garros, ante el suizo Stan Wawrinka. Federer es más eficaz, con 17 títulos grandes (récord en el circuito masculino) y ocho finales perdidas. Sus estadísticas son incluso mejores en Wimbledon, donde podría ganar su octavo título (otro récord en la hierba londinense) en 10 finales.
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