LATINOAMÉRICA
Según datos de la chilena Endesa, el fin de semana se exportaron unos 6.900 MW al país trasandino (2,3 GW por día, aproximadamente), a una razón de 110 MW por hora de energía para ayudar a paliar la crisis.
De todos modos, la alta demanda -principalmente por el uso del aire acondicionado- provocó que unos 80 mil hogares en la capital Argentina quedaran sin suministro.
Aunque está pensado como un negocio de oportunidad, la crisis de suministro y demanda de Argentina podría extender hasta fines de marzo la exportación de electricidad desde Chile, lo que luego podría repetirse en el invierno.
La venta se realiza a través de la línea de transmisión que une la subestación Los Andes (en Chile), con la central Salta, en Argentina, y que es propiedad de AES Gener.
“Los momentos más críticos para abastecer la demanda eléctrica en Argentina son aquellos producidos por temperaturas extremas. La reciente ola de calor imperante en las grandes ciudades de ese país hizo que se produzcan demandas de energía récords requiriendo energía adicional a la instalada en el país. Por eso, creemos que hasta fines de marzo habrá una ventana de tiempo donde, si se dan todas las condiciones, se materializarán exportaciones. Luego en los meses más fríos del invierno podrían nuevamente abrirse una ventana de oportunidad para la exportación”, dijo Javier Giorgio, vicepresidente de Operaciones a AES Gener.
El sábado, la demanda del sistema trasandino -que casi duplica el tamaño de toda la generación instalada en Chile- alcanzó a 25.500 MWh, según informó CAMMESA (Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico Sociedad Anónima), ente que coordina a las eléctricas.
En Chile, la demanda máxima no supera los 7.500 MWh.
Si bien desde septiembre pasado los permisos para vender energía a Argentina a través de la línea estaban en regla, los precios ofrecidos no habían sido atractivos. Ahora la situación es distinta.
Según señala la experta energética María Isabel González, las generadoras locales -y también las empresas- se verán beneficiadas al colocar los excedentes en otro mercado, donde pueden conseguir precios mayores dada la coyuntura.
“En Chile la demanda no ha crecido por el atraso de algunos proyectos mineros, por ejemplo, y vender esa energía le conviene a las generadoras y a las mismas mineras”, sostiene.
A esto se suma que AES Gener, que es la dueña de la línea, cobra un peaje por el paso del recurso, lo que le permite rentabilizar un activo que estaba sin uso.
Aunque las eléctricas mantienen en reserva los números de los contratos y el precio al que se entrega la energía al mercado trasandino, ese país estaría pagando al menos el doble del costo marginal del Norte Grande, que hoy está en US$ 57 por MW, por la energía que se le ha vendido. La central Gas Atacama, de Endesa, que es la que despacha, está generando con diésel, lo que involucra un costo en torno a los US$ 100 por MWh. A esto se agrega la rentabilidad que obtiene la eléctrica por dicha energía.
MADE IN CHILE
Chile ha concretado la primera exportación de electricidad hacia Argentina desde 2009, en un hito que habla no sólo del buen momento de las relaciones bilaterales sino que también de coordinación entre autoridades y de las ventajas de seguir avanzando en la integración energética con nuestros vecinos.
Según se explicó, el envío de energía se produjo ya que el Sistema Argentino de Interconexión (SADI) vio reducida su capacidad de oferta debido a la necesidad de reducir generación en su Central Salta (GDF), por lo que se estima que desde el viernes y al menos hasta hoy el país requeriría excedentes chilenos.
Para concretar el traspaso se usó la línea de transmisión que conecta la central Salta, en el norte de Argentina, con la subestación Los Andes, en el norte de Chile y en total, se entregaron 110 MW de electricidad a Argentina.
Como ha destacado el ministro de Energía, Máximo Pacheco, se trata de “un primer paso de enorme proyección y una excelente noticia para la economía de nuestro país”, utilizando capacidad ya instalada y beneficiando a la economía nacional, sin impactar con la exportación de energía ni los precios ni la disponibilidad de electricidad de los sistemas eléctricos chilenos.
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