miércoles, 22 de agosto de 2018

ELEFANTES Y MONOS

OPINIÓN / DINERO 'CASH' MATA BANCO 



Por RAÚL 'BIGOTE' ACOSTA - Periodista, conductor radial y televisivo, poeta, dramaturgo y ensayista santafecino, afincado en Rosario. / U24 

Néstor Kirchner, Pablo Escobar Gaviria y “el Monchi” Canteros, uno de los líderes de la narcobanda “Los Monos”, no creían en los bancos. Tenían razón. Un delincuente no puede creer en un banco que es, al cabo, una cuestión de fe crematística. 


El dinero suelto, atado, en mano, el dinero vivo mueve cualquier cosa, no es lo mismo que un cheque o un “te debo y después arreglamos”.

Según cálculos medianamente serios sobre algo que existe, pero que nadie menciona, en “Rosagasario” se mueven US$ 100.000 diarios en droga. Transas chicas, medianas, grandes. La que pasa, la que queda. La que se recorta, se estira, se esconde. Todo contado furioso. Las mayúsculas son necesarias. Tres millones dólares mes, por todo concepto. Llueva, truene o salga el sol.

En mi caso es íntima convicción. Entiendo que la policía lo sabe y es parte o está aparte. Según. Policía que llega hasta la DEA. Obvio.

Néstor tuvo que hacer mil malabares para esconder los dineros de las regalías petroleras de Santa Cruz por una sencillísima razón, estaban bancarizados. Los robos fueron tantos y de tal magnitud que este asunto (un antecedente fenomenal) quedó como una pieza menor en los dineros populares que NK logró fumarse.

Atención colegas desmemoriados. Dineros populares que se volvieron bienes personales. Holaaaaa. Ese es el concepto basal. La pasta base de este asunto.

En el caso de “Los Monos” alquilaban departamentos para estibar la plata. Preferían perder en el trueque, cambiando suciamente por dólares, pero no pisaban un banco ni siquiera un banco de plaza.

Cayeron por ostentación, por celos, por borracheras, por envidias, no cayeron por filtraciones bancarias. Si hasta los autos los compraban de mal modo. Hoy su aflicción no es la cárcel, sino la lejanía.

Para dar un ejemplo lateral, uno de los Zacarías, cuestión lateral pero no menor, la efedrina, los crímenes de la efedrina, el intendente cercano a Rosario que bancaba plazas y edificios de los implicados, implicados que llegaban hasta la Casa Rosada y un ministro escurridizo, terminan siendo sospechosos por autos demasiado lindos en lugares demasiado feos. Ostentación.

Es preferible el bajo perfil y la guita en el bolso. El compañero Néstor tenía esa misma costumbre. Plata en mano culo en tierra.

Cuenta la leyenda que lo convencieron con los paraísos fiscales y los bancos de lejos, muy lejos y las cruzas y recruzas cuando fue tanto el dinero y de tantos lados que aceptó la frase, casi un dogma, de los lavadores bursátiles.

El mejor lugar para ocultar un elefante es una manada de elefantes. Apareció una paradoja. Los empresarios corruptos traían dinero negro, más sucio que el betún y este sátrapa quería blanquearlo.

Los otros, los cómplices, los partícipes necesarios, los coimeadores, con malabares para esconderlo y entregarlo en bolsos. Ladrones y prevaricadores con angustias existenciales.

Cuando muere y todo queda en manos de “la Princesita”, Presidente de los argentinos como parte de los bienes gananciales de NK, ya los elefantes andaban girando en las cuentas negras, semi negras, mestizas y blanqueadas, puras por cruzas pero ay,ay, ay… impresión dígito pulgar derecho. Huellas.

Hoy debemos preguntarnos por la lógica de los expedientes. Si en los bancos oficiales, los que se volvieron oficiales gracias a los buenos oficios, los bancos amigos, los bancos amigos de los amigos, hay huellas de NK, porque no buscar de amigos y parientes, de anteriores proveedores, de las familias de los que estaban y de los que están…

¿Por qué no? No pueden estar muy lejos las huellas. Mismo país, mismo modo, misma historia. Los elefantes hay que buscarlos en ése lugar, en mitad de la manada, es el sitio.

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