jueves, 31 de marzo de 2016

BOLIVIA DENUNCIA QUE CHILE ESTÁ VENDIENDO SUS AGUAS

LATINOAMÉRICA / PELEAS DE VECINOS 



En medio de la tierra árida y rodeado de pequeños cerros nacen las aguas del Silala, que desde el año 1880 fueron desviadas por canales de piedra que construyó Chile sin el consentimiento de Bolivia.


El primer ojo de agua, cercado de rocas, se abre paso a borbotones entre la paja y la thola; sin embargo, las aguas descienden por canales de piedra, construidos de forma rústica.

 "Chile construyó los canales de piedra en 1904, producto de una concesión y amplió los canales, hacen toda una obra de ingeniería para desviar las aguas”, explica el vicecanciller, Juan Carlos Alurralde, al presidente Evo Morales y otras autoridades durante la inspección a los manantiales del Silala.

 Según Alurralde, 179 litros de agua por segundo pasan a territorio chileno, donde empresas privadas venden este recurso a más de 10 grandes compañías mineras que operan en Chile. El alcalde de Calama (Chile), Esteban Velásquez, quien llegó hasta la frontera boliviana junto a una pequeña comitiva, admitió que el agua del Silala es administrada por empresas privadas.

 Dijo que, personalmente, no está de acuerdo que los recursos naturales estén en manos de privados, sino de los Estados. "Si se cortan las aguas del Siloli (nombre del "río” en Chile) afectará a la ciudadanía”, advirtió.

 En la zona de los bofedales está el puesto militar del Regimiento de Infantería IV de Loa instalado en 2008 y custodia los más de 70 ojos de agua que brotan a lo largo de casi un kilómetro en territorio que pertenece a Bolivia.

 A medida que se avanza hacia la frontera, el cauce de las aguas del Silala se incrementa. Son varios canales, unos de piedra y otros de cemento que se ocultan entre las largas pajas bravas y grandes rocas. Varios de los canales están deteriorados porque la presencia de militares bolivianos impidió que obreros chilenos ingresen a territorio nacional para hacer el mantenimiento y limpieza de los mismos.

 A 200 metros de la frontera, los afluentes -custodiados por enormes rocas que forman un cañadón- descienden a un canal que construyó el Gobierno boliviano para medir la cantidad de agua que pasa al lado chileno.

 A un costado están, llenas de musgo, las cámaras de sedimentación que edificó Chile en territorio boliviano para trasladar el agua, mediante una gruesa tubería, hasta poblaciones y centros mineros del vecino país.

 Ya en la frontera con Chile, una compañía chilena de 12 soldados, más su instructor, impiden el paso de los cientos de bolivianos que inspeccionaron cómo fueron desviados los bofedales.

 A lo alto del cañadón, de al menos 150 metros, tres vigías chilenos siguen cada paso de la comitiva. El presidente Morales metió las manos a las aguas cristalinas y derramó sobre la delegación. Algunos se emocionaron y derramaron lágrimas.

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