jueves, 1 de octubre de 2015

MALTRATO INFANTIL

APe / NOTA DE OPINIÓN 


Por CARLOS DEL FRADE 

(APe).- Alguna vez la Argentina tuvo el privilegio de sentir una realidad concreta y palpable: con los chicos no. Era una pauta cultural férrea que iba desde la casa hasta los clubes, desde las escuelas a cualquier otro ámbito de relación social. 



Los distintos saqueos que se sucedieron parecen haberse llevado esa consigna, de acuerdo a lo que publican las páginas policiales de todos los diarios del país. Claro que la violencia en la sociedad argentina tiene múltiples causas. Y también diversos ámbitos.

De acuerdo al último informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, de agosto de 2015, “muchas de las formas de maltrato emocional y físico a la infancia suele tener lugar en el espacio privado de las familias, y suelen además formar parte de estilos de crianza y maneras en que los padres y adultos de referencia ponen límites, enseñan normas y valores, y se relacionan con los/as niños/as”.

En el fragmento de la investigación que se titula “Vulnerabilidad al maltrato infantil”, los investigadores de la Universidad Católica Argentina sostienen que “las huellas que deja la experiencia del maltrato sostenido pueden ser irreversibles por cuanto afectan la autoestima del/de la niño/a, su salud psíquica y física, a menudo afectando, como consecuencia, su capacidad de aprendizaje y su sociabilidad.

Marcan dos indicadores: (a) agresiones verbales, y (b) agresiones físicas. “El primero de los indicadores da cuenta de la proporción de niños/as y adolescentes que pertenecen a hogares en los que se expresó utilizar la agresión verbal como forma de enseñar a los/as chicos/as lo que está mal (“decirle que es torpe, tonto, inútil”), y el segundo de los indicadores indica que los/as niños/as pertenecen a hogares en los que se expresó utilizar la agresión física (“darle un chirlo, pegarle”).

La propensión a vivir en un hogar donde se suele utilizar la agresión verbal como forma de disciplinar a los/as chicos/as ha experimentado una merma de 2,7 p.p. entre 2010-2014. “Dicha merma ha sido sostenida en el tiempo. Se llega al 2014 con una incidencia del 5,6%. No se advierten diferencias significativas entre grupos de edad aunque la disminución se observa principalmente en los adolescentes seguidos de los/as niños/as en edad escolar”, añade el informe.

“Las nenas tienen mayor propensión a pertenecer a hogares donde se utiliza la agresión verbal, y las mejoras fueron mayores entre los varones que entre las mujeres.

“En este caso, a diferencia de lo observado con tantos indicadores de desarrollo humano y social en la infancia, la propensión al maltrato verbal no registra tantas diferencias sociales. “Es más, los extremos tienden a parecerse en este caso. Los sectores sociales medios bajos y obreros integrados parecen tener mayor propensión que otros sectores sociales al uso de las agresiones verbales para disciplinar a los/as niños/ as y adolescentes.

“Las infancias del Conurbano Bonaerense también parecen ser las más vulnerables a este tipo. En los otros centros urbanos se advierten progresos en el uso de este método de enseñanza de lo que está mal a los/as niños/as.

“La agresión física como modo de enseñar a los/as chicos/as lo que está mal afecta al 22,9%. La evolución en este caso también es positiva en tanto se registra una merma de 6,5 p.p., entre 2010-2014, relativamente constante. Dicha disminución fue particularmente significativa en el grupo de edad de 0 a 4 años y de 5 a 12 años”, indica el informe.

En este caso, “a diferencia de lo observado en las agresiones verbales, la propensión a la agresión física se incrementa a medida que desciende el estrato sociocupacional o socioeconómico. Los/as niños/as y adolescentes en el estrato de clase trabajadora marginal registran el doble de probabilidad de que se los castigue físicamente que pares en el estrato de clase media profesional. Dicha brecha regresiva para los primeros respecto de los segundo es estable entre puntas del período 2010-2014”.

En términos de la estratificación socioeconómica en cuartiles y el espacio sociorresidencial, se advierten diferencias significativas respecto del 25% superior y el espacio urbano formal de nivel medio alto, pero entre los sectores bajos y medios, las mismas tienden a ser menores. En el Conurbano Bonaerense y ciudades del interior es más frecuente el uso de la agresión física que en la Ciudad de Buenos Aires, donde se registra una fuerte merma de este método de disciplinar de los/as niños/as y adolescentes.

Fuente: Barómetro de la Deuda Social de la infancia, UCA, agosto de 2015.

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