domingo, 21 de diciembre de 2014

O‘DONNELL PIDIÓ CERRAR EL INSTITUTO DE HISTORIA OFICIAL

SOCIEDAD / POLÍTICA 



El Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Mariano Dorrego tiene apenas tres años, pero ya entró en una crisis terminal. A través de un correo electrónico dirigido a los 33 miembros, su presidente honorario, Mario “Pacho” O’Donnell propuso que sea disuelto el discutido organismo que se propone el reestudio de la historia del país en clave “nacional y popular”. "Como fundador del Dorrego propongo que en la asamblea tratemos la disolución definitiva del instituto, si convenimos con sinceridad que no estamos ya en condiciones de seguir cumpliendo con los objetivos que nos fijamos y que la Presidenta de la Nación avaló con su reconocimiento", expresó el historiador en la carta.



Pero pidió que "no perturbe la estabilidad laboral de los trabajadores" (unos 57), que, según dijo, "serían distribuidos en otras áreas del Ministerio de Cultura". En la misiva, el ex funcionario radical y otrora secretario de Cultura de Carlos Menem, admitió la “crisis” en la institución y advirtió: "No eran Luis Alberto Romero ni Beatriz Sarlo nuestros peores enemigos. Estaban adentro”.

Asimismo, O‘Donnell destacó "los muchos logros" alcanzados, y pidió "que las lacras de hoy no nos contaminen también la memoria". Y agregó: "También Forja se disolvió cuando las disensiones internas amenazaban con el deterioro y el desprestigio", en alusión a la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina.

En entrevistas con el diario Clarín y La Nación, el ensayista señaló que todo lo que está ocurriendo “es muy doloroso”, y justificó su posición al señalar que el instituto revisionista “sufre un proceso de aburguesamiento”, “achanchamiento”. “Se han dejado de cumplir los objetivos”, afirmó.

La agonía del Dorrego se profundizó este año con la renuncia de algunos de sus principales miembros, como Felipe Pigna, Hernán Brienza y Hugo Chumbita. Más allá de que el Instituto Dorrego habría dejado de cumplir su razón de ser, lo cierto es que está atravesado por peleas intestinas en las que la virulencia sorprendería a más de uno, si se considera que está compuestos por intelectuales e historiadores.

Ejemplo de ello fue el explosivo casero que apareció hace más de un mes en las calderas del edificio ubicado en Rodríguez Peña 356. Tenía una mecha con una botella con líquido inflamable, con dos cables conectados al motor de la bomba de agua.

La manzana de la discordia en el Instituto Dorrego es su actual presidente (en goce de licencia) Victor Ramos, dirigente barrial de la Villa 21-24. Recientemente, Ramos fue despedido por la ministra de Cultura, Teresa Parodi, del Museo del Cabildo, y lanzó fuertes críticas contra la cantautora, miembros de La Cámapora, y Máximo Kirchner.

Entre las razones del enfrentamiento, figuran la discontinuidad de proyectos cuulturales y de subsidios en el barrio de emergencia que lidera el cineasta y precandidato a jefe de Gobierno porteño del oficialismo.

En simultáneo al correo de O’Donnell, algunos integrantes de la Comisión Directiva del Dorrego hicieron circular una solicitada en contra del actual presidente del instituto. “Repudiamos las palabras, los métodos patoteriles y la recurrencia a la prensa hostil al gobierno utilizados por Víctor Ramos ya que, pese a sus votos de lealtad a Cristina, su conducta lo enfrenta a la señora presidenta”, sostiene el texto.

“Pacho” no está habituado a tener que pasar por este tipo de polémicas. Tal vez, su cercanía al gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, le haga pensar en su futuro próximo y medite no exponerse por demás en las internas del kirchnerismo.

El Instituto Dorrego fue creado por el decreto 1880 el pasado 21 de noviembre de 2011, con el objeto de "reescribir" la historia argentina y recuperar a algunos de los grandes personajes del pasado, como San Martín, Güemes, Artigas, "el Chacho" Peñaloza y Facundo Quiroga, entre otros.

Entre sus objetivos, el organismo se propuso rescatar a quienes "defendieron el ideario nacional y popular ante el embate liberal y extranjerizante", definición que le provocó una fuerte polémica entre reconocidos historiadores e intelectuales, que cuestionaron la meta de instaurar un "pensamiento único" respecto del pasado.

O‘Donnell desestimó entonces los cuestionamientos y explicó que la finalidad sería promover la difusión de "otra" historia. Fuente: Infobae

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