VIVIANI / RODRÍGUEZ |
Por: MARIANO MARTÍN
La división en cinco centrales es sólo la superficie de las contradicciones y disputas que atraviesa el sindicalismo. Y Daniel Scioli, como imán principal para los dirigentes entre los candidatos, puede dar testimonio de la feroz interna de la CGT oficialista, cuyos referentes tironean de su atención sin disimulo.
Esas fricciones prenuncian un complicado proceso en la pretendida reunificación de la central mayoritaria. Aunque todos forman parte de la Mesa Sindical que respalda al postulante del Frente para la Victoria, sus integrantes mantienen severas diferencias sobre la estrategia de convivencia con Scioli en una eventual gestión presidencial.
Esas disidencias estallaron dos veces en la última quincena, para preocupación de los gremialistas, pero sobre todo del equipo de campaña del candidato, que daba por resuelto el capítulo sindical de sus acciones de seducción.
La contradicción más evidente gira en torno a la unidad de la CGT. Mientras el metalúrgico Antonio Caló y el taxista Omar Viviani, su mano derecha, fijaron posición contraria a esas gestiones al menos durante la campaña electoral, los "independientes" y los "gordos" de la central obrera, con mayor peso en la contabilidad interna, avanzan en esa línea con la CGT de Hugo Moyano.
Ese matiz, sin embargo, guarda relación con la puja por protagonismo que ambos sectores mantienen y que tuvo su crisis el 15 de septiembre, durante una reunión en la sede porteña del Banco Provincia que Scioli tuvo con la Mesa Sindical, y de la que se ausentó Caló tras alegar un problema de salud.
En ese encuentro, y delante del candidato, Viviani se cruzó en duros términos con los "independientes" Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri. Lo que era una charla habitual de dirigentes con el postulante empezó a agriarse cuando Rodríguez le sugirió a Scioli diferenciarse de Néstor y de Cristina de Kirchner, que privilegiaron el vínculo con un sindicalista (primero Hugo Moyano, luego Caló) por sobre la "mesa chica" de la CGT.
Asistentes contaron que Viviani interrumpió a su colega para recordarle al gobernador bonaerense que el líder formal de la CGT todavía es el metalúrgico y, por lo tanto, su único interlocutor válido. El taxista además avanzó hasta plantearle a Scioli que el movimiento obrero estaba en condiciones de dotar a un eventual gabinete nacional de dirigentes para lugares en los ministerios de Trabajo, Salud y Transporte, entre otras áreas estratégicas.
De todos modos, el momento de mayor tensión se produjo cuando Lingeri (Obras Sanitarias) relató a Scioli las tratativas por la unidad de la CGT. Lo expuso como un proceso beneficioso para cualquier futuro presidente, que a su juicio necesitará del respaldo en bloque del sindicalismo, y para los propios dirigentes.
En ese punto, el taxista alzó la voz para señalar que la unidad era todavía una incógnita y que Lingeri no hablaba por la CGT en su conjunto. No faltaron en su diatriba metáforas con los tamaños de cada miembro viril. Ante el silencio de Scioli, los otros dirigentes lograron calmar la situación y reconducir en buenos términos el encuentro.
Sin embargo, no fue el último cruce hasta ahora entre ambos sectores: días atrás, circuló entre los gremios un borrador de solicitada en defensa del Gobierno frente a las crecientes denuncias por maniobras irregulares en las elecciones que, finalmente, no vio la luz. El escrito llegó a contar con el aval de gremios tan poderosos como Sanidad, Comercio, UOCRA (construcción), Luz y Fuerza, Obras Sanitarias, UPCN (estatales) y Camioneros (de Hugo Moyano) reunidos bajo la denominación provisoria de "Mesa Sindical Nacional".
Sus impulsores le explicaron a este diario que la solicitada se frenó una vez que llegó a manos de Caló y Viviani, que vieron en sus firmantes al mismo grupo que asistió a un asado hace dos semanas como señal más visible de las gestiones por la unidad. (www.ambito.com)
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