jueves, 26 de mayo de 2016

EL PAPA FRANCISCO LE SUELTA LA MANO A MADURO

AMÉRICA LATINA / CRISIS EN VENEZUELA 



Ya lo había anticipado el 'vaticanista' Francesco Peloso, desde Vatican Insider, del diario La Stampa: 


"El Vaticano trata de mover sus peones en el difícil tablero de la crisis venezolana; el objetivo es el de ejercer una intermediación entre el gobierno y la oposición para que la situación no caiga en el caos institucional y en la violencia.

Con esta intención primaria han sucedido muchas cosas: el Papa ha intervenido públicamente pidiendo «diálogo y colaboración, justicia y respeto reciproco, que solamente pueden garantizar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos», después escribió al presidente Nicolás Maduro una carta cuyo contenido afirma seguramente el mismo pensamiento (por otra parte, la condición para que se pueda dar una mediación por parte de la Santa Sede es la voluntad de las partes a abrirse al diálogo y a escuchar, rompiendo las lógicas del muro contra muro que han prevalecido durante años).

Después el vocero de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, explicó que «el Papa sigue con mucha atención y preocupación lo que pasa en Venezuela, y recientemente envió una carta personal al presidente Maduro con referencia a la situación del país».

Hace pocos días, fue recibido en el Vaticano tanto por el Papa como por el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, Leopoldo López Gil, padre del homónimo líder de la oposición que se encuentra desde encarcelado.

En este contexto, pues, se inserta el viaje que hará el próximo 24/05 a Venezuela mons. Paul Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados del Vaticano, en una empresa para negociar muy complicada. (...)". Pero finalmente Gallagher no viajó a Venezuela. Algo no está funcionando bien entre el Vaticano y Maduro, a diferencia de lo que ocurrió en Cuba, entre el papa Francisco y Raúl Castro, un aliado de Maduro.

Andrés Beltramo Álvarez explica la situación en el marco de una entrevista al arzobispo de Mérida y ex presidente de la Conferencia Episcopal venezolana, Baltazar Porras Cardozo:

-¿Cómo está la situación en Venezuela? 

 -Es una situación que cada día empeora porque la falta de trabajo, de alimentos y medicamentos, la creciente violencia nos pone ante una situación límite, en la cual lamentablemente pareciera que las autoridades están ausentes. Llama mucho la atención que toda la publicidad oficial nos presenta un mundo que no existe. A nosotros nos toca estar con la base, con la gente, curar sus dolores, acompañar la muerte, ver situaciones absurdas como niños y personas mayores que, por falta de un medicamento sencillo, empeoran su vida o, muchas veces, mueren. La vida es el valor supremo, por encima de cualquier poder y cualquier ideología. El enfrentamiento produce sólo males.

-¿Qué rol está jugando la Iglesia y qué quiere para el país?

 -Queremos fundamentalmente la paz y eso únicamente se logra con el diálogo, el entendimiento, el respeto al otro y no con ese lenguaje permanente de violencia y de rechazo que se manifiesta en lo verbal pero que, lamentablemente, tiene una expresión en la violencia física que nos hace ser, en este momento, el país con mayor número de muertes violentas en la región.

 -¿Qué pasó con la carta dirigida por el Papa al presidente Nicolás Maduro hace algunas semanas atrás? 

 -El Papa mandó una carta, se sabe que existió pero el gobierno se ha hecho el sordo y el mudo, porque ni siquiera confirmó haberla recibido. No sabemos su contenido exacto pero nos imaginamos que no va más allá del decir: “Hay que entenderse, hay que dialogar, hay que actuar para buscarle solución a los problemas”.

-El Papa está preocupado. ¿Se podría esperar otro gesto suyo además de la carta? 

 -Es necesaria la creatividad, aunque pareciera que tenemos en frente a un muro infranqueable. A los males producidos por los seres humanos nosotros mismos podemos encontrarles solución, sin caer en la desesperanza. No es fácil, sobre todo cuando se tiene un control absoluto de los poderes y cuando existe una amenaza que produce miedo en la gente, pero también hay coraje y un deseo de que las futuras generaciones puedan tener una vida mejor de la actual.

-Hace unos días el ministro de exteriores del Vaticano, monseñor Paul Gallagher, debió cancelar un viaje que ya estaba anunciado a Venezuela, ¿qué pasó? 

 -Forma parte de esto mismo. Lógicamente la presencia de un representante de tan alto nivel como monseñor Gallagher hacía esperar, como mínimo, que el gobierno lo recibiese y que otros sectores interesados en hablar, plantearle sus problemas, lo pudieran hacer. Parece que esto no fue posible. 

-¿Hubo un condicionamiento del gobierno? 

 -Seguramente, de otra manera no se explica una cancelación de una visita que podría ser normal, como en cualquier parte del mundo.

 -Todos estos acontecimientos: la carta del Papa, la visita cancelada, los llamados al diálogo tan perentorios, dan la sensación que no queda mucho tiempo para evitar un baño de sangre. ¿Los obispos tienen temor por un estallido social grave? 

 -Por eso la lucha permanente para que se encuentre una solución pacífica y para que no se imponga la violencia, porque los primeros que la pagarán serán los pobres. Sería la justificación para aplicar un régimen más totalitario, que pudiera llamarse abiertamente dictatorial, puesto que uno de los males de nuestro país es el irrespeto a todo lo institucional, a todas las leyes y lógicamente, cuando la sociedad se siente desnuda porque quienes gobiernan lo hacen a su antojo, se producen mayores males.

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