viernes, 17 de junio de 2011

DIARIOS DEL MUNDO: LA RAZÓN, BOLIVIA

Sociedad

Tráfico de niños en frontera con Argentina es algo común

El consulado argentino en Villazón ha tenido que intervenir centenares de veces desde octubre de 2007, por menores argentinos desaparecidos en Bolivia o por niñas y niños bolivianos que se esfumaron en el vecino país.

Las dimensiones del problema las da el hecho de que gracias a esas gestiones, en ese lapso, 622 menores están de nuevo con sus familias, informa el periódico argentino Clarín.


No es fácil determinar un patrón que permita conocer los móviles de quienes los secuestran. Si bien hubo algunos casos de adolescentes que habían sido engañadas, la trata con fines de explotación sexual no parece ser el propósito principal; en parte porque el 46% de las víctimas es varones, y en parte por las edades.

De los menores recuperados 238 no tenían más de cinco años; pese a ser tan pequeños, muchos de ellos están por encima de las edades buscadas por las parejas que compran bebés para adoptar. Otros 284 tenían entre 10 y 17 años, y en su mayoría eran menores de 13 años. Los 100 restantes tenían entre 6 y 9 años.
Parece tratarse de un problema regional, ya que estos hechos se han producido en el departamento boliviano de Potosí y en la limítrofe provincia de Jujuy.


"Nuestra frontera no tiene control. Hay infinidad de pasos naturales no controlados, donde el cruce es libre", admite Juan José Arévalo Villegas, a cargo de la flamante Oficina de Tráfico y Trata de la Gobernación de Potosí en Villazón.

A sólo 1.200 metros al este del puente internacional, en Ojo de Agua, la única molestia para franquear la frontera es tener que vadear el río La Quiaca, que durante la mayor parte del año se cruza de un salto . A unos 2.400 metros al oeste del puente, la calle quiaqueña Jujuy desemboca en el humilde barrio La Florida, sin ningún cartel de bienvenida a Bolivia.

Adultos y chicos pasan de un lado al otro como si circularan dentro de una misma unidad; si bien no son tan frecuentes, lo mismo sucede con los vehículos. Arévalo Villegas habla de "fallas del sistema, por ser una población flotante, migrante". Algunos de los niños y niñas nacieron en Argentina, cuando sus padres vinieron como trabajadores golondrinas, pero fueron robados en Bolivia, en Villazón y localidades cercanas. Otros residen en La Quiaca. Y muchos otros que son hallados en diferentes lugares de la Argentina -en especial en Jujuy-, fueron raptados en comunidades rurales potosinas tan alejadas, que para llevarlos con su familia hubo que recorrer hasta 27 horas en vehículo.

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