jueves, 12 de noviembre de 2015

SANGUINETTI Y EL MACRI VS. SCIOLI: "LO QUE LE PEDIMOS A UN PADRE LE PEDIMOS AL PRESIDENTE"

POLÍTICA / ENTREVISTA 



JULIO SANGUINETTI ENTREVISTADO POR RAÚL ACOSTA, POR LT8, DE ROSARIO: 


 -Julio, un balotaje, ¿significa algo traumático?

 -Un balotaje es un día de definición. Yo diría que no traumático, pero sí un día crucial, porque en la vida política se resuelven cosas. Y el balotaje tiene esa especie de fascinación que es el cara a cara. No es una elección en la cual uno elige entre 4 o 5, sino que es uno u otro. Y ambos cara a cara. Entonces, esa es la fascinación del ballotage en cualquier parte del mundo donde ocurre. Así que eso lo hemos vivido acá, en Uruguay, hemos tenido nuestros debates.

 -Sobre los debates, la simpatía, la impronta, ¿valen más que un pergamino? En todo caso, ¿valen más que las ideologías?

 -La elección, la opción del ciudadano es una suma de cosas. No es ni sólo la ideología, ni sólo la persona, ni sólo la impresión, sino un conjunto de todas ellas. No todas pesan igual para la gente. De pronto, a mí me pesa más la ideología y menos la persona, a otros le pesa más la persona o más la ideología; a otros les pesa mucho la coyuntura del momento, por la situación económica o el juicio que puede hacerse como oficialista o como opositor. En fin, es muy aleatorio. A los debates a veces se les da un sentido de gran definición, a veces no. A mí me tocó, por ejemplo, en la elección del '94, que no fue balotaje pero sí un debate con el doctor (Tabaré) Vázquez, que mucha gente consideró decisivo porque era una elección muy cerrada. Yo no sé si fue tan decisivo, pero los politólogos dicen que pudo haber sido. Cuando una elección es muy pareja, el debate puede volcar a muchos porque muestra también otras aspectos que en el Presidente son importantes: todos los estudios psicológicos dicen que la imagen que uno desea del Presidente es la imagen que uno desea del padre de la familia. Es el Presidente, el que va a resolver los problemas cuando las cosas están difíciles. Entonces, ¿qué se precisa de él? Que tenga paternal pero también autoridad, que sea suficientemente inteligente o capacitado para darnos seguridad, pero también humano. Que sea sereno. En fin, lo que le pedimos a un padre le pedimos al Presidente. Y esos atributos también se ven en un debate. No sólo es la controversia de ideas, de datos o de hechos que apelan a la razón; también es una imagen que apela mucho más al sentimiento, a la visión, a la personalidad.

 -¿Usted nos recomendaría la alternancia como herramienta para ayudar a la democracia?

 -La alternancia es consustancial a la democracia. Yo pertenezco a un partido que una época gobernó casi un siglo, 93 años gobernó el Partido Colorado. Pero fueron fracciones distintas, personalidades diferentes, según los momentos. Y luego vino una alternancia. Y después de la dictadura hemos tenido gobiernos de 3 partidos políticos distintos. Acá no tenemos reelección directa por suerte, y entonces yo fui 2 veces Presidente pero en el medio hubo otro. Yo vine después de la dictadura, después vino el doctor (Luis Alberto) Lacalle, del partido Nacional, después volví yo, después siguió el doctor (Jorge Luis) Batlle, de mí mismo partido, y luego vino el doctor (Tabaré) Vázquez, 2 veces, y (José) Mujica en el medio. Quiere decir que ha habido 3 gobiernos colorados, 3 gobiernos frentistas y 1 gobierno nacionalista. La alternancia siempre es buena.

 -La mayoría de los politólogos, doctor, conceden que en América Latina, tomado como semi continente, permanecen populismos que nos vienen desde aquel (Juan) Perón, desde aquel (Carlos) Ibáñez del Campo, aquel Getulio (Vargas).

 -El populismo justamente se configuró en esos años. Es una corriente que se basa en un liderazgo personalista, de algún modo mesiánico, más allá de las instituciones; y funciona dentro de una fachada democrática-institucional, que tiene una movilización callejera constante, y que a través de ese movimiento sustituye, de algún modo, la legitimidad representativa de los Parlamentos abusando, normalmente, de los presupuestos del Estados, es decir, del poder que atribuye el Estado. Todos estos populismos han sido hijos de la abundancia, han nacido en los momentos en que había para repartir.

 -Son distributistas.

 -Bueno, natural. El populismo es distributismo, no desarrollo. Es distribuir. Como consecuencia, a veces adquieren popularidad. El problema lo tienen cuando se heredan a sí mismos. Ahí sí. Pero normalmente, cuando se desgastan vienen otros gobiernos, serios, que son los que tienen que arreglar la economía, y los populismos, entonces en la oposición, cultivan la nostalgia: “cuando nosotros estábamos, sí que se vivía bien”. Esa es un poco la diabólica situación que hemos vivido tantas veces en América Latina. A veces, cuando tienen que heredarse a sí mismos, las cosas son distintos. Le pasa ahora al doctor Vázquez, por ejemplo, que tiene que enfrentar la herencia del gobierno anterior y se encuentra con que los números están muy desarreglados, las cuentas y los agujeros están por todos lados, y entonces, como consecuencia, está pagando ese tributo en términos de opinión pública.

 -Hay una frase que se le atribuye: “Las campañas del miedo no son la solución para que un país mejore”.

 -No, las campañas de miedo a veces pueden tener un efecto. Sí, cuando el miedo es real. Lo que pasa es que el miedo tiene que ser real y el que lo cultiva tiene que ser creíble.

 -El lobo feroz tiene que existir de verdad.

 -Así como las campañas de promesas también tienen que tener un viso de verosimilitud y quien hace la promesa necesita un mínimo de credibilidad.

 -¿Cómo maneja Uruguay el tema de la corrupción estructural?

 -Acá no tenemos corrupción estructural. Tenemos una mini corrupción episódica. Digamos así, episodios puntuales que están, desgraciadamente, en la naturaleza humana. Pero no hay una corrupción sistémica. En cambio, en América Latina sí la hay en muchos países. Por ejemplo México, de algún modo en Argentina, y en Brasil también.

 -¿Y ese tema del narcotráfico generando fortunas, muy mal habidas, y que de algún modo ingresa a la política. ¿Cómo se maneja Uruguay al respecto? 

-Ese fenómeno no lo hemos vistos. Es decir, fortunas de narcos operando en política no se ha visto. Es un fenómeno del que ojalá nos libremos.

 -Finalmente, estoy hablando de 3 plagas que son del siglo XXI, que es la narco criminalidad, la corrupción estructural y la violencia urbana.

 -Esa sí la tenemos. El país ha perdido muchísima seguridad pública en los últimos años como consecuencia de muchos actores. Cuando empezó el gobierno del Frente Amplio, con el doctor Vázquez, 'compró' la imagen romántica de que el delito era consecuencia de una injustica en la sociedad. Y el resultado fue que se liberaba a los presos, y eso terminó en un desastre. A partir de entonces, todo se hizo más difícil. Luego, la sociedad se fue complicando, la droga ha afectado mucho a los barrios. La educación no logra retener adecuadamente a los muchachos en el sistema. En fin, todo un conjunto de cosas que han confluido en un claro aumento de los delitos y de la violencia en los delitos. Es decir, no sólo hay más hurtos sino que hay más violencia homicida. Es un factor muy negativo que, desgraciadamente, se resiste.

 -En la Argentina hay, ya lo dijo Ezequiel Martínez Estada, aquello de 'Goliat y David'. La provincia de Buenos Aires, que consume más del 40%, y con la pegatina de Ciudad Autónoma es el 52% de la República Argentina, pone en desnutrición política al resto del país. ¿Le pasa a Uruguay con Montevideo como megalópolis?

 -En Uruguay nada es mega. De modo que por ese lado… Lo que sí es verdad es que Montevideo fue muy centralista, porque lo que era la provincia oriental y lo que fue antes, en los días de la gobernación de Buenos Aires, se configuró sobre la base de Montevideo. Entonces, digamos que Montevideo era el núcleo. Pese a que, fíjese que Colonia la fundaron los portugueses 44 años antes que Montevideo, frente a Buenos Aires, para comerciar y contrabandear hacia Buenos Aires y el Virreinato del Río de La Plata. Y cuando nació Colonia del Sacramento, ahí se alarman las autoridades españolas... y más de 40 años después fundaron Montevideo, como una plaza fuerte para defender un poco el territorio.

 -¿Es usted optimista para con los próximos 5 años de Argentina y Uruguay?

 -Yo creo que sí. En Argentina veo una alternativa más optimista que acá porque nosotros estamos viviendo hoy una situación más compleja. Vuelvo a decirlo: el gobierno anterior fue muy dispendioso y hoy la situación económica internacional no nos regala la bonanza de los últimos 10 años, cuando había para todos. Hoy no hay una crisis, pero no da para todos. Hay que gobernar. Y gobernar es administrar; y administrar es priorizar; y priorizar es elegir y renunciar, porque si todo es prioridad, nada es prioridad.

 -¿Me admite un comentario sobre su país? me parece que el compañero 'Pepe' Mujica es dueño de frases muy bellas en cuanto a esplendorosas, muy buenas luces de artificio, pero no sé cómo habrá sido la administración profunda.

 -La administración fue un desastre. Él tampoco se ocupó porque no tenía vocación de poder. Esa es la verdad de la historia. Lo cual tiene algo de malo y algo de bueno. Mujica es una especie de anarquista romántico que comenta la realidad y le tocó ser Presidente pero podría haber sido cualquier otra cosa.

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