martes, 17 de abril de 2012

NOTA DE OPINIÓN

LAS CAMPANAS, YA NO TAÑEN COMO ANTES


Los sucesos que se vienen dando en el país, marcan muy claramente, los errores premeditados e impensados que afectan a  un sector muy importante de la sociedad.

Todo tiene que ver con todo. La desidia, el hambre,  el olvido,  el rencor, la prepotencia, la inseguridad, el autoritarismo, la violencia, la falta de equidad jurídica, el sálvese quien  pueda y el aplastar, sin miramientos, a todos aquellos que se opongan a un pensamiento unilateral y descalificatorio.


Argentina ha vivido décadas terribles. Sean estas democráticas o de facto. Se gobernó por medio de decretos y comunicados. Se avasallaron las instituciones marcadas en la Constitución Nacional. Aún hoy, se  busca sacar ventaja del contenido de la Carta Magna, adecuándola a las necesidades personales o de un grupo que lo único que pretende es, perpetuarse en el poder.

Lo que más duele es que, un importante porcentaje de la ciudadanía, se ha dejado ilusionar, hipnotizar  y manejar con promesas que, en algún segmento histórico contemporáneo, romperá y arrojará por la borda esperanzas falsas de un progreso que no puede sostenerse sin la estructura de una economía basada en la producción y el trabajo.

La juventud, en su gran mayoría, está inmersa en un mundo ficticio y de escasos  valores. Las adicciones y el ocio forman parte de su vida cotidiana. 
Elementos más que propicios en la generación de violencia. La muerte se ha transformado en moneda corriente. Si uno continúa con los principios establecidos por la clase gobernante debería existir una premisa bajo el nombre de “violencia para todos”.

Los encontronazos internos para ocupar cargos en los estamentos de poder, es salvaje y hasta antropófago. Ninguno de los actores piensa en el pueblo que sufre las consecuencias, directas e indirectas, de un sistema que solamente piensa hacia dentro y de manera verticalista.

Lo que, casi nadie, toma en cuenta es el hecho de la enorme afluencia de paracaidistas o más bien panquequistas que han estado con todos los gobiernos anteriores, incluyendo los militares. Ese tipo de personas, hoy, son elevados a la categoría de salvadores de la comunidad y podrían llegar a reclamar, como derecho, una postulación al Premio Nobel de la Paz a pesar que, en muchos casos, tienen las manos manchadas con sangre.

Es en estas cuestiones donde, el periodismo,  los ha registrado repartiendo besos y abrazos con representantes de la clase dominante de turno. Algo que no pueden negar. Por ello salen a golpear, descalificar y agredir a ciertos sectores de la prensa. Esos mismos sectores que, en algún momento de su pobre y maliciosa actitud, fueron utilizados como plataformas de logros que, como dice el refrán, “fueron muchas cáscaras y muy pocas nueces”.

Se presume que han amasado importantes fortunas cumpliendo con su labor pública. En estos casos actuaron contando con el beneplácito de testaferros, alcahuetes y adulones. La justicia argentina, cuenta con tantos vericuetos y chicanas jurídicas, que quienes son procesados por “presunto enriquecimiento ilícito” jamás llegan a ser condenados y mucho  menos… encarcelados.

Trabas económicas a la importación y exportación. Un país que se debate en la agonía internacional. Proyección de situaciones patrioteras que continúan relegando y distrayendo la magnitud de los graves problemas que existen y afectan tanto al sector interno  como externo.

Recorriendo algunos segmentos de la historia universal, parecería ser, que estamos reviviendo postales del fascismo italiano y el nacional socialismo  alemán de fines de la década del 30. Gigantescas movilizaciones portando enormes banderas y pancartas. Discursos grandilocuentes y enfervorizantes. 
Actos  de brazos levantados y puños apretados.  Rostros cubiertos y palos en las manos. ¿Recuerdan La noche de los vidrios rotos? ¿Recuerdan la noche de los bastones largos? ¿Recuerdan la represión al pueblo, en Plaza de Mayo, ocurrida el 30 de marzo de 1982? La historia vuelve a repetirse. Habrá que tener memoria para este tipo de situaciones que, además de atentar contra la integridad de ciudadanos y bienes, atacan condiciones de vida y el futuro de toda una Nación. No me olvido de los 30 mil desaparecidos. Tampoco dejo, en el fondo de la memoria, los que fueron devorados en noches oscuras de la democracia.

Para comenzar a entender, aunque más no sea un poco, debemos colocar en la balanza todos estos elementos para intentar ser ecuánime y comenzar a recorrer la historia en toda su amplitud. La parcialidad es la  causante de todos los desatinos revisionistas o concluyentes. Habrá que comenzar a poner los pies sobre la tierra, adquirir la madurez necesaria y dejar de lado, todo aquello que resta… en vez de sumar.

¿No le parece?

Oscar Fernando Baró
Periodista Libre Pensador Argentino

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