domingo, 8 de noviembre de 2015

PERONISTAS VS. KIRCHNERISTAS EN EL BARRO (A PEDIR DE... MACRI)

SOCIEDAD / NOTA DE OPINIÓN 



 por CLAUDIO M. CHIARUTTINI 

 CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Convertir a Daniel Scioli en Presidente de la Nación ya no es el incentivo más importante que tiene hoy el oficialismo, a 2 semanas de la 2da vuelta. Parece insólito, pero la salvaje interna que se desató entre el kirchnerismo y el peronismo y dentro del propio kirchnerismo y el propio peronismo, han convertido la campaña presidencial del gobernador de Buenos Aires en una virtual “lucha en el barro”, donde Mauricio Macri es el menos importante de los enemigos que hoy tiene el ex campeón motonauta. 


 Al kirchnerismo no le interesa que Daniel Scioli sea elegido Presidente de la Nación. Si esto ocurriera, él disputaría, desde una posición de privilegio, el liderazgo que quiere retener Cristina Fernández una vez que deje la Casa Rosada.

Sin el control de la Provincia de Buenos Aires, perdida por la elección de un pésimo candidato como fue Aníbal Fernández, sólo los poderes legislativos (Nación, algunas provincias), algunos organismos autónomos y unos pocos municipios aparecen como “refugios” para la tropa de militantes rentados que sostienen las aspiraciones de regreso 2019 del Frente para la Victoria.

 Desde esas posiciones saben que no pueden tener subsumido al peronismo, tal como lo han hecho 12 años. Un Daniel Scioli en la Casa Rosada es fórmula segura para que el peronismo recupere fuerza, capture muchos de los colectivos sociales que abrevaron hasta ahora en el Frente para la Victoria y el Partido Nacional Justicialista regresará con fuerza.

Será el fin de la supremacía que tiene desde 2003 el Partido para la Victoria. Los nombres son importantes. Estos 12 años no ha gobernado el peronismo, sino el Frente para la Victoria que encabeza el Partido para la Victoria que creo Néstor Kirchner. Después de dar vueltas por las periferias peronistas, la izquierda expulsada de la Plaza de Mayo por Juan Domingo Perón pudo tomar el control del peronismo, lo sometió, lo desarmó y lo convirtió en su instrumento electoral, algo que también se perdió cuando la Provincia de Buenos Aires la ganó María Eugenia Vidal y Cambiemos.

 En el kirchnerismo especulan que, para cumplir los sueños de regreso rápido al poder les conviene un Mauricio Macri en la Casa Rosada (Cristina ya habló de Fernando De la Rúa en el helicóptero), dado que el FpV cree que Cambiemos no durará demasiado en el poder porque, tal como ocurrió con Raúl Ricardo Alfonsín y Fernando de la Rúa, el derrumbe fue acelerado por sus diferencias domésticas.

Los K creen que, potenciando las contradicciones internas entre el PRO y la UCR, regresarán “por aclamación”, Desde que perdió las elecciones del 2013, el kirchnerismo sabe que está desgastado y ha perdido el voto de una franja de la sociedad.

Por sobredosis de ego, los K creen que los votantes no saben apreciar las dimensiones de los“beneficios” que le han otorgado y, entonces, esperan un supuesto fracaso macrista para volver hasta imponiendo la clausula de reelección indefinida que se perdió hace dos años.

Fantasías sobre las que se diseñan planes y se toman decisiones. Pero no hay que tomarlas con liviandad. La deskirchnerización debe resultar profunda, sólida y consecuente. Muchos líderes peronistas también analizan que es mejor una derrota de Daniel Scioli.

En primer lugar están los que pretenden encabezar la reestructuración del peronismo y quedar como “candidatos naturales” a las próximas elecciones presidenciales. Son justo aquellos que quieren o se han probado el sayo de “candidato a Presidente de la Nación” y han fracasado: Florencio Randazzo, que nunca subió en las encuestas; lo mismo que Juan Manuel Urtubey, José Manuel de la Sota y, quizás, Sergio Massa.

 En 1985, cuando nació la “Renovación”, Antonio Cafiero encabezó la reestructuración del peronismo, buscando ser candidato único a Presidente de la Nación. Pero los que dejo afuera del PJ, muchos de ellos hoy en el Frente para la Victoria, fueron los puntales sobre los que se apoyó Carlos Saúl Menem para quedarse con la postulación y la Casa Rosada en 1989.

 Con Raúl Ricardo Alfonsín, el radicalismo estuvo casi seis años en el poder. Carlos Saúl Menem, casi 11 años. Fernando de la Rúa estuvo dos años. Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández, más de 13 años.

Al peronismo le conviene perder una elección y hacer “trastabillar” a los radicales. Les ceden un “poquito” el poder, para quedarse lo mucho más. Los números son claros: 8 años radicales contra 24 años peronistas. Por eso el peronismo, como estructura de poder, gana más con un Macri Presidente que con Daniel Scioli en la Casa Rosada.

 Muchos intendentes y gobernadores también prefieren negociar con Mauricio Macri o María Eugenia Vidal que con Daniel Scioli o con Aníbal Fernández. Los peronistas no suelen ser generosos con los propios si no hay sometimiento. Por algo algunos intendentes bonaerenses peronistas prefirieron mover su aparato a favor de la candidata a gobernadora de Cambiemos que por el Jefe de Gabinete que puso a dedo Cristina Fernández.

 A los gremios también le conviene que no gane Daniel Scioli, dado que en medio de la pelea por reordenar al peronismo pueden recuperar parte de los espacios de poder perdido en la “Década Ganada”. Se pueden convertir en árbitros en la pelea de la rama política, creen que pueden negociar mejor con una María Eugenia en la Provincia de Buenos Aires o con un Macri en la Casa Rosada y, llegado el caso, se pueden poner “combativos”, volver a los paros, marchas y movilizaciones e intentar recuperar algo del prestigio que han perdido en forma total durante 12 años, donde dejaron que el poder de compra del salario se derrumbara.

 De esta forma, en el conflicto que crearía una derrota de Daniel Scioli el 22/11, todos se creen ganadores a mediano y largo plazo. Hoy, nadie en el peronismo, en el sindicalismo peronista o en el kirchnerismo imagina más de 2 o 3 años de un gobierno de Cambiemos, ni que el macrismo pueda dar un salto más allá del territorio porteño o bonaerense.

Los minimizan en forma casi absoluta. Por eso Daniel Scioli hoy tienta al voto massista y castiga a la figura de Mauricio Macri. No puede decir claramente que el mayor riesgo que él padece hoy es que el kirchnerismo y el peronismo apuesten a una derrota. De todos modos, lo más grave es que el gobernador de Buenos Aires no quiere hacer el último esfuerzo para no ser derrotado en el balotaje: romper con el kirchnerismo.

El drama que padece es su propia duda acerca de que si lo hace, quizás no obtenga nada a cambio. Pero no hay que dar a Daniel Scioli como totalmente perdido. La masa peronista (las bases de los gremios, algunos jóvenes, punteros, un conjunto no menor de intendentes y gobernadores) ha comenzado a movilizarse para evitar la derrota del candidato del Frente para la Victoria.

Es cierto que se montaron en la “campaña de miedo” que recomendó la Casa Rosada. Pero se han comenzado a desplegar e integran un aparato inmenso y temible. Las encuestas dicen que, hasta ahora, Mauricio Macri tiene ganado el balotaje, pero Cambiemos y el macrismo no debe dar la elección por ganada hasta contar los votos.

A su regreso de Tandil, el Jefe de Gobierno porteño fue claro a sus principales lugartenientes: “Todavía no ganamos. Nada de hablar cargos. Hasta el 23, sólo hay que hacer campaña, asegurar la fiscalización y cuidar los votos. La Casa Rosada, todavía está lejos”.

 Hasta ahora, el universo opositor no se ha despertado ni comenzado a volcar a las calles. Le falta al macrismo, al radicalismo, al lilismo, al massismo que apoye a Cambiemos y al progresismo antikirchnerista, anticiparse y tomar la iniciativa.

Parecer que se tiene ganada una elección no implica haber ganado una elección repleta de “cisnes negros”. El candidato que se confió, terminó fuera del balotaje. El cambio recién asoma pero para que “cambiemos” en serio falta “reventar las urnas”.

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