martes, 27 de septiembre de 2011

INTERNACIONALES: ASIA

ENEMIGOS INTIMOS

El Dalai Lama pelea su sucesor con Beijing


El líder espiritual del Tíbet en el exilio, de 76 años, confirmó que recién cuando tenga cerca de 90 años decidirá si debe ser reencarnado o no y que China no tiene voz ni voto sobre este asunto. Beijing se opone ¿Habrá 2 Dalai Lamas?

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El 14 º Dalai Lama dijo este pasado sábado (24/09) que decidirá si reencarna cuando esté "cerca de los 90" y que China no tendrá participación alguna en el asunto, según un despacho de la agencia de Xinhua publicado este lunes (26/09).

Si reencarna,
dejará instrucciones claras por escrito sobre el proceso, dijo el Dalai Lama en un comunicado, tras una reunión con los líderes de las 4 sectas tibetanas.

"Aparte de la reencarnación reconocida a través de tales métodos legítimos, no se otorgará reconocimiento o aceptación a un candidato elegido con fines políticos por cualquier persona, incluidos los de la República Popular de China"
, agregó.

El Dalai Lama ha planteado la cuestión de su reencarnación en muchas ocasiones en los últimos 2 años.


En cada ocasión, insistió en orientar la elección de su sucesor, pero la forma de sus afirmaciones ha estado sujeta a transformaciones.


De acuerdo con el Dalai Lama, su reencarnación podría ser elegida cuando él todavía esté vivo, o bien interrumpirse por completo. Su reencarnación podría ser designada o elegida en un cónclave de estilo papal, y podría ser una niña, dentro o incluso fuera de China.

La cuestión se ha planteado casi todos los meses desde que el Dalai Lama delegó su liderazgo político en
Lobsang Sangay, el nuevo primer ministro del "gobierno en el exilio" en abril.

En la última ocasión, el sábado (24/09), dijo que consultará a los estudiosos budistas -dentro de 14 años- para evaluar si resulta válida la continuación del Dalai Lama como institución.


La reencarnación de budas vivientes siempre ha seguido estrictas convenciones históricas y rituales religiosos,
y todos los Dalai Lamas han sido aprobados por el régimen central de China desde 1653.

Ahora, el 14 º Dalai Lama, dispuesto a transmitir sus intentos de "independencia del Tíbet", está presto a desafiar estos rituales, según la postura de Beijing.


Obviamente, está enfrentando el mayor desafío: si realmente está dispuesto a retirarse de la política, con mayor probabilidad en la oscuridad en Dharamsala, la ciudad del norte de la India donde tiene su sede el "gobierno en el exilio".


El Premio Nobel de la Paz y autor de varios libros publicados, en los cuales predica la "independencia del Tíbet" y arremete contra el gobernante Partido Comunista de China, al parecer se niega a retirarse de la política y del centro de atención como Beijing pareciera intentar hacerle ver a
“un monje de su categoría (que) debería saber lo que realmente importa para un budista”.

Pero China advirtió que el Dalai Lama no tiene el derecho legal para decidir si debe ser reencarnado.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China advirtió al Dalai Lama que sólo Beijing puede aprobar su sucesor. El portavoz de la Cancillería,
Hong Lei, dijo que cualquier decisión que el Dalai Lama tome en relación a la reencarnación irá en contra de la ley china.

Lei insistió en que China apoya una política de libertad religiosa, incluyendo el respeto y la protección de la sucesión en el liderazgo del budismo tibetano. Pero Lei hizo hincapié en la histórica reivindicación China de su dominio sobre el Tíbet y dijo que el título de Dalai Lama sólo puede ser concedido por el gobierno central en Beijing.

El Dalai Lama dejó formalmente de ser jefe del gobierno tibetano en el exilio en julio, cuando el académico Lobsang Sangay fue juramentado como el líder político. Y el sábado pasado, dijo que decidirá cuando tenga unos 90 años de edad si será reencarnado.
Tradicionalmente, los monjes tibetanos identifican a un niño que dé señales de que es lareencarnación de un difundo líder.

El Dalai Lama expuso su plan después de una reunión de las 4escuelas del budismo tibetano en la ciudad de Dharamsala, en el norte de India, donde se encuentra el gobierno tibetano exiliado tras la invasión y ocupación militar de China en 1950.

El exprimer ministro del gobierno tibetano en el exilio,
Samdhong Rinpioche, dijo que en la reunión están discutiendo incluso si el Dalai Lama como institución debe continuar existiendo.

El Dalai Lama huyó del país en 1959 y nunca regresó. Aseguró que consultará con los lamas superiores, el pueblo tibetano y otras personas que sigan el budismo tibetano para saber si la institución del Dalai Lama debe continuar.

Es probable que China nombre a otro sucesor sin tener en cuenta la decisión del Dalai Lama, lo cual abre la posibilidad a que existan dos líderes espirituales tibetanos, uno reconocido por Beijing y otro elegido por los exiliados tibetanos.


Una situación similar ocurrió en 1995 cuando China rechazó la elección del Dalai Lama y eligió uno por su cuenta,
Gyaincain Norbu, que ahora tiene 21 años y respalda públicamente al liderazgo de Beijing sobre el Tíbet. El Dalai Lama eligió a Gedhun Choekyi Nyima, que no ha sido visto desde 1995, cuando fue detenido por las fuerzas de seguridad chinas.

La mirada de China

Para Beijing, durante las décadas transcurridas desde que huyó de China en 1959, el Dalai Lama ha disfrutado de su papel de monje político, viajando por todo el mundo, recogiendo sus premios y vendiendo su campaña proindependencia.


Al igual que una estrella venida a menos teme la pérdida de popularidad, una pérdida personal que no perjudicará a sus compatriotas tibetanos, pero que sin duda anunciará el eventual fracaso de su intento separatista, una "causa" a la que ha dedicado la mayor parte de su vida.


Como resultado, se ha mantenido fiel a su campaña política, incluso después de que dejara el poder político como jefe del gobierno tibetano en el exilio.

Para China, el Dalai Lama sabe exactamente el porqué de su importancia en la arena política internacional y no le importa ser utilizado, de vez en cuando, como instrumento de algunos occidentales, con motivos aviesos para presionar a China. En la búsqueda de fama y poder, se ha desviado de los mandamientos del budismo y utiliza la religión como un subterfugio para su motivación política personal.

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