lunes, 23 de marzo de 2015

"EL CEPO ES UN EJEMPLO DEL DESASTRE QUE DEJARÁN LOS K"

AGENCIA / ECONOMÍA 



 CIUDAD DE BUENOS AIRES (Economía & Regiones). El cepo cambiario trajo fuertes costos a la macroeconomía argentina, pero entre todos esos costos se destaca la falta de crecimiento.



Concretamente, sin cepo cambiario el PBI per cápita de Argentina rondaría actualmente los US$20.000; es decir 60% superior al PBI per cápita observado de US$12.558 (al dólar oficial y a precios de 2013).

 Si la comparación se hace contra el PBI per cápita valuado al dólar paralelo (US$7.960), el costo del cepo asciende al 101%. Es más, el presente proceso estanflacionario en el cual Argentina está inmersa se inició luego del establecimiento del cepo y a fin de 2015 cumplirá 4 años.

 Es decir, si bien la estanflación es consecuencia de las políticas (fiscal, monetaria y de ingresos) económicas inconsistentes, no hay duda que el sostenimiento y la intensificación del cepo son grandes responsables de la actual coyuntura macroeconómica de nuestro país.

Lo que implica que la actual estanflación es más fuerte y duradera por culpa del cepo. A algún analista desprevenido le puede parecer “muy elevado” el PBI per cápita “perdido” por haber puesto el cepo en 2011.

Lamentablemente para nuestra macroeconomía y especialmente para nuestro nivel de vida, dicha estimación no sobredimensiona el PBI“perdido”; es decir la oportunidad desaprovechada.

 En primer lugar, dicho PBI per cápita sigue con la tendencia que se registraba en los años previos a la colocación del cepo.

Segundo, dicho PBI per cápita tiene incorporado el ajuste (favorable) por los excepcionales términos de intercambio de aquellos años (recordar el precio de la soja en 2012/2014) que Argentina nonsupo aprovechar.

 Tercero, dicho PBI per cápita tiene incorporado el ajuste por Convergencia, que implica que Argentina habiendo aplicada políticas macroeconómicas sanas habría crecido en promedio a un ritmo similar al de las economías emergentes (5%).

 Cuarto, con políticas económicas sanas, que implicaban un pequeño ajuste (sintonía fina) en 2011, el peso argentino se habría apreciado nominalmente con baja inflación (como en el resto de la región) impulsando el PBI en dólares.

 Por último, se visualiza claramente la oportunidad desaprovechada cuando se aprecia que el PBI per cápita en dólares de la región (sin Venezuela) ha aumentado 72% entre 1998 y 2014, mientras que en Argentina se redujo un -14%.

 En síntesis, el cepo representa un eslabón más, tal vez el más significativo, de los efectos nocivos de las malas políticas económicas aplicadas durante los últimos años. Mientras que la región tomó a la bonanza excepcional de los últimos años como transitoria, la Argentina la consideró un fenómeno permanente.

 Es decir, mientras la Argentina tomó el ciclo de bonanza de los precios de las materias primas y bajas tasas de interés en el mundo como un fenómeno permanente, la región lo consideró como un hecho transitorio, por eso siguió políticas fiscales y monetarias austeras y preventivas. Por el contrario, Argentina aplicó políticas fiscales y monetarias muy expansivas e inconsistentes que penalizaron el crecimiento; y el cepo es la máxima expresión de esas políticas.

 El gobierno no puede salir del cepo porque no tiene credibilidad y los problemas que lo indujeron a poner el cepo se mantienen e incluso se profundizan en la actualidad. El dólar real (ajustado por inflación) enfrenta una situación de equilibrios múltiples debido a la falta de confianza y credibilidad en las políticas del gobierno.

¿Qué quiere decir?

 Que con el actual bajo nivel de credibilidad si este gobierno abriera el cepo (si el BCRA no quisiera perder reservas y dejara flotar el tipo de cambio), el tipo de cambio nominal sobre reaccionaría y se sobre depreciaría, llevando su cotización real por sobre su nivel de equilibrio, generando inmediatamente una aceleración inflacionaria que “se comería” la devaluación; una copia de lo que pasó a con el último “salto” del dólar en enero 2014.

 Por el contrario, si bajo las actuales condiciones el BCRA abriera el cepo y buscara impedir que el dólar nominal se encareciera mucho, la autoridad monetaria perdería la mayor parte de sus reservas.

 Obviamente, antes de perder la totalidad de las reservas, el Central terminaría soltando el tipo de cambio y dólar se devaluaría aún más, generándose un espiral inflacionario todavía más fuerte que en el anterior. 

Claramente, cualquiera de estas dos alternativas constituiría una salida desordenada del cepo que generaría más inflación y recesión; es decir mayor estanflación que la actual.

 En síntesis, dada la falta de credibilidad de este gobierno y sus malas políticas (exceso de gasto público y de presión tributaria entre otras cosas), el tipo de cambio nominal de equilibrio es mucho más alto que el actual.

¿Cuánto más alto?

No se puede saber. Aun así, la próxima administración deberá salir del cepo para que nuestra economía pueda retornar al sendero del crecimiento económico.

Está claro que la salida del cepo generaría ingreso de capitales, brindando financiamiento para la inversión, la ampliación del stock de capital, la frontera de posibilidades de producción, la generación de empleo y el crecimiento.

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