viernes, 19 de febrero de 2016

POR EL ZIKA, FRANCISCO ACEPTA EL USO DE ANTICONCEPTIVOS PERO NO ABORTAR

PANORAMA 


En la crónica de Andrea Tornielli, especializado en temas católicos vaticanos, y publicado en la web Vatican Insider (del diario La Stampa), acerca de la conferencia de prensa que ofreció el papa Francisco en el avión que le llevó desde México a Roma, aparece el siguiente fragmento: 


"(...) -Santo Padre, desde hace algunas semanas hay mucha preocupación en bastantes países latinoamericanos, pero también en Europa, por el virus Zika. El riesgo mayor sería para las mujeres embarazadas; hay angustia. Algunas autoridades han propuesto el aborto o evitar el embarazo. En este caso, ¿la Iglesia puede tomar en consideración el concepto de mal menor?

-El aborto no es un mal menor: es un crimen. Es echar fuera a uno para salvar a otro. Es lo que hace la mafia. Es un crimen, es un mal absoluto. Sobre el mal menor… lo de evitar el embarazo… Hablamos en términos de conflicto entre el Quinto y el Sexto mandamiento. Pablo VI, el grande, en una situación difícil en África permitió a las monjas usar anticonceptivos para casos en los que fueron violentadas. No confundir el mal de evitar el embarazo, por sí solo, con el aborto. El aborto no es un problema teológico: es un problema humano, es un problema médico. Se asesina a una persona para salvar a otra (en el mejor de los casos). Va contra el juramento hipocrático que los médicos deben hacer. Es un mal en sí mismo, pero no es un mal religioso al inicio: ¡no! Es un mal humano. Después, evidentemente, como es un mal humano, cada asesinato es condenado. En cambio, evitar el embarazo no es un mal absoluto. En ciertos casos, como en este, como en el que he nombrado de Pablo VI, era claro. También yo exhortaría a los médicos a que hagan de todo para encontrar también las vacunas contra estos dos mosquitos que contagian esta enfermedad. Sobre esto se debe trabajar.

 -Dentro de unos días va a recoger el premio Carlomagno. Parece que la Unión Europea está perdiendo pedazos con la crisis del euro y ahora con la crisis de los refugiados. Tiene usted una palabra para nosotros en una situación de crisis?

-Sobre el premio Carlomagno, yo tenía la costumbre de no aceptar premios o reconocimientos, pero desde siempre, no por humilde sino porque no me gustan estás cosas. Pero en este caso, no digo forzado, pero sí convencido con la santa y teológica cabezonería del cardenal Kasper, que ha sido elegido para convencerme. Y yo dije sí, pero en el Vaticano. Y dije esto, lo ofrezco por Europa, que sea un premio por que Europa pueda hacer lo que yo he deseado en Estrasburgo: que no sea la abuela Europa, sino la madre Europa. Segundo, el otro día, leyendo las noticias sobre esta crisis –yo leo poco, hojeo solo un periódico durante 15 minutos y luego me hago informar por la Secretaría de Estado—, una palabra que me ha gustado, y no sé quién la aprueba o quién no: la refundación de la Unión Europea. Y yo he pensado en los grandes padres, pero hoy ¿dónde está un Schumann, un Adenauer, y todos estos grandes que después de la guerra fimdaron la Unión Europea? Y me gusta esta idea de la refundación. Ojalá se pueda hacer. Porque Europa no diría que es única, pero tiene una fuerza, una cultura, una historia, que no puede ser desperdiciadas. Y debemos hacer de todo para que la Unión Europa tenga la fuerza y la inspiración de ir hacia delante.

-¿Cómo es posible que la Iglesia aún hoy perdone con más facilidad a un asesino que a un divorciado vuelto a casar?

-Ah, ¡me gusta esta pregunta! De familia han hablado dos sínodos. El Papa habló todo el año durante las eucaristías. Me gusta esta pregunta, porque ella tuvo plasticidad en hacerla. En el documento post-sinodal, que saldrá antes de Pascuas, se retoma todo lo que el sínodo abordó en la pastoral de las familias heridas. Es una de mis preocupaciones. Otra es la preparación al matrimonio. Imagínese: para ser cura, es necesario estudiar por 8 años y luego, si no lo logras, pides una dispensa y te vas. Ahora, para un sacramento que dura toda la vida, tres, cuatro clases y es suficiente… La preparación al matrimonio es muy importante… porque creo que es algo que en la Iglesia, en la pastoral común, ni aparece, ni en otros países sudamericanos… Ahora no mucho, pero hace algunos años existía en mi país la costumbre de los casamientos de apuro, casamientos llevados a cabo porque la mujer se había quedado embarazada, para taparlo socialmente y salvar el honor. Estos no eran libres, y muchas veces ha ocurrido, pero eso implica que un casamiento no es válido. Mejor es que se deje nacer al niño, siguiendo como una pareja. Hay un error. Otro capítulo muy interesante es la educación de los hijos. Las víctimas de los problemas familiares son los hijos, los hijos. Por ejemplo, cuando el padre no tiene tiempo para hablar con sus hijos, cuando la madre no tiene tiempo libre para hablar con sus hijos, eso no está bien. Cuando yo confieso a parejas con hijos: '¿Cuántos hijos tiene?'. Algunos se asustan, pues creen que el cura les va a preguntar siempre si tienen más. Entonces, yo haría una segunda pregunta: '¿Usted viaja con los jóvenes?'. Problemas sociales que han herido a la familia. La tercera cosa interesante del encuentro con las familias en Tuxla Gutiérrez. Había en ese acto una pareja de casados en segundas nupcias.. La palabra clave que usó el Sínodo, y lo retomaré en la exhortación, es 'integrar' en la vida de la Iglesia a las familias heridas. Sin olvidar a los niños que son las primeras víctimas. Integrar en la iglesia no significa conceder la comunión. Yo conozco a católicos casados en segundas nupcias que van a la iglesia una vez, dos veces al año, y quieren hacer la comunión como si fuera un título adquirido. Un trabajo de integración... Todas las puertas están abiertas, pero no se puede decir que estas personas pueden comulgar. Esto sería una herida, también para los matrimonios, porque esto no los haría proceder por ese camino de integración. Y estos dos (de Tuxtla) eran felices. Usaron una expresión muy linda: nosotros no comulgamos en la eucaristía, pero sí estamos en comunión cuando visitamos a hospitales y compartimos cosas. Su integración es esa. Si hay algo más, ya lo dirá el Señor. Es un camino, una strada. (...)".

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