jueves, 13 de agosto de 2015

GIUSTOZZI, PRIMERA VÍCTIMA DE SU PROPIO DECORADO

EL BONAERENSE / OPINIÓN 

GIUSTOZZI / BOLETTIERI


por DANIEL BILOTTA 

 LOMAS DE ZAMORA (Especial para Urgente24). Rubén Darío Giustozzi es la primera víctima que se cobró el decorado que montó alrededor de su salida del Frente Renovador y el pretendido retorno triunfal al kirchnerismo para recuperar el cargo de Intendente que debió resignar en septiembre del 2014, cuando no pudo hacer pública la garantía de transparencia en el trámite de pedido de licencia al Concejo Deliberante que le hubiese permitido retener el Ejecutivo municipal junto al escaño de diputado nacional. 



 Es lo que trasunta el comunicado que difundió el 10 de agosto: todavía extraviado, en apariencias, entre telones, luces y encordados, él aceptó el resultado de las PASO en las que quedó tercero entre los candidatos más votados aunque negándose a aceptar la categórica derrota política sufrida con un alcance que excede la victoria de su competidor directo en el Frente para la Victoria, Mariano Cascallares.

 El mensaje procura al menos en lo formal resolver ese paso que solo había dado la noche del 9 de agosto el intendente Daniel Bolettieri y encubre con deficiencias el argumento esgrimido ante un grupo de fiscales reunidos en la “Casa Peronista” ubicada a metros de la Plaza Rosales.

Él asoció la caída a su condición de prisionero de la disputa interna del oficialismo y hasta se arrepintió de haber abandonado el espacio de Sergio Massa con el que tal vez, especuló, hubiese logrado su propósito. 

Pero también recoge parte de la tensa conversación telefónica que mantuvo con Cascallares antes de partir en viaje de descanso. La colaboración que el Municipio prestará al candidato oficial a la Intendencia estará sujeta a que su protagonismo se encuentre garantizado.

 La relación entre ambos será una literal y compleja peripecia de aquí al 10 de diciembre. Giustozzi no renuncia a la ambición de lograr un ministerio en el próximo gobierno bonaerense pese a no haber completado un requisito imprescindible para esa contraprestación: haber alcanzado el 50 por ciento de los votos.

Cascallares precisa establecer una diplomacia que le facilite un monitoreo directo para que en los próximos 120 días no encontrar en estado de desmantelamiento la administración municipal que debería conducir si es electo el próximo 25 de octubre.

 Aún sin cruzarse, esos ejes ya producen novedades: Diego Fernández Garrido se mueve detrás del pedido a Bolettieri para que renuncie a la candidatura de primer concejal por la lista de Giustozzi que le garantiza el cuarto puesto por la minoría en la de Cascallares.

 Bajo la invocación a una cuestión de dignidad, que debería impedirle tomar un cargo menor al que ejerce en la actualidad, el jefe del Gabinete municipal se inscribe en la misma lógica de razonamiento que su jefe político y diputado nacional: hacer valer el vínculo que mantiene con Aníbal Fernández para desplazar al intendente que, como Giustozzi, apostó por Julián Domínguez en la disputa por la candidatura a gobernador.

Beneficiario directo de una eventual dimisión por seguirlo en el orden de la lista, Fernández Garrido sabe de la desconfianza de Giustozzi con Bolettieri desde que lo reemplazó al frente de la Intendencia e inició un diálogo propio primero con Massa y después con el gobierno bonaerense, que habilitó a Cascallares como parte activa de ellos.

 A esa relación le atribuye la versión que relativiza su vínculo con el jefe del Gabinete de Ministros nacional. Cascallares, titular del Instituto de Previsión Social bonaerense, mantiene una estrecha relación con el candidato a gobernador del Frente para la Victoria.

Fernández Garrido no es ajeno al estado de sospecha que el diputado nacional extiende a toda la mesa de decisiones políticas, expresado en la lista de concejales de su sector con José Fernández y Ana Geneira ubicados en posiciones expectantes antes de las PASO.

 Alejándolos del gabinete municipal procuraba recuperar el control sobre las cajas de recursos más significativas como la recolección de residuos e infraestructura de plazas y paseos bajo la órbita del Jefe del Gabinete y la distribución de alimentos a cargo de la secretaría de Desarrollo Social.

 Por cercanía política, la de Bolettieri es, paradójicamente, la más vulnerable de todas. En quienes conservan lealtad a Giustozzi les resulta inexplicable que llegase al Concejo Deliberante la factura por 4,5 millones de pesos gastados durante el Mundial de Fútbol por el Municipio para promover la candidatura su candidatura a gobernador.

 Aunque, llamativamente, eludió abordar el tema con profundidad en la campaña, a la oposición kirchnerista le resultó extraño algo más que el monto: la firma a cargo de la contratación, Praxis S.R.L, está radicada en la provincia de Mendoza.

La firma del Intendente es imprescindible para convalidar un gasto difícil de justificar por varios motivos. Tal vez por la misma carencia de una fuerza política que respalde su ambición de avanzar con un proyecto político propio, el intendente quede expuesto a las resoluciones que según fuentes de personal jerárquico de carrera comenzaron a adoptarse el 10 de agosto con decretos antedatados: la designación en planta permanente de 60 empleados pertenecientes a la transitoria.

 El círculo de Cascallares sigue con inquietud estos acontecimientos que agravarían la delicada situación financiera del Municipio con una planta que pasó de 1.500 a 3000 trabajadores, más otros 2.000 contratados, que ahora se propondrían efectivizar.

 No deja de ser una paradoja: Bolettieri fue el ideólogo del despido de un centenar incluidos en ese régimen por Manuel Rodríguez, antes de abandonar el cargo de intendente el 10 de diciembre del 2007, materializado el 29 de diciembre en uno de los primeros decretos firmados por Giustozzi, quien recibió en su momento el único Municipio de la Provincia sin deudas y con el extraordinario superávit de 10 millones de dólares.

 El diputado promocionó su vuelta como un gesto de amor hacia los vecinos que la pedían para superar la falta de obras, mantenimiento y servicios a que los condenó con una costosa campaña a la gobernación que le valió además, el castigo político del oficialismo que restringió al máximo cualquier ayuda económica.

 La realidad, quedó demostrada, fue bien otra. Deslumbrados por las paredes del decorado que edificó para cubrirla, Giustozzi se niega todavía a aceptarla.

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