sábado, 7 de abril de 2018

TODOS SOMOS CULTURALMENTE SUBDESARROLLADOS

OPINIÓN / "UNA REAL BOLUDEZ" 

Por suerte, no somos los únicos boludos. Miren a los ingleses del Brexit.

Por LUIS ALEJANDRO RIZZI. Abogado especializado en Derecho Comercio, con experiencia en la gestión del aerocomercio / U24 “

…el infierno es la anomia. Allí no hay regulaciones ni límites, rige la apetencia personal que desordena a los individuos y a la sociedad”. Eduardo Fidanza, 
La Nación, 07/04/2018 


 La cultura es el sistema vital de las ideas vigentes en cada tiempo, decía José Ortega, entenderlo significa vivir a la “altura de los tiempos”. Pero, tal como dice Eduardo Fidanza en la nota citada, parecería que hoy vivimos más bien tiempos de agonía, sin la esperanza de un comienzo diferente.

En este aspecto, “Cambiemos” fracasó ocultándose en lo que dio en llamar “gradualismo” que viene a serla cultura del fragmento. Parecería que nos faltan ideas, o lo que es más grave, las confundimos con el “detalle” o el fragmento y nos hace creer que porque un índice bajo unos puntos hay menos pobreza o que baja la inflación porque, en vez de 25% tendremos 20% o 21%, sino más.

Ésta es una real boludez, mucho más grave que la del ministro (52 años) Luis Caputo y su pobre papelito. De todos modos, reconozcamos que el emoticón le salió bastante bien…

No tengo duda que hoy vivimos sumergidos, pero no porque crea que todo tiempo pasado fue mejor, sino porque vivimos un mal tiempo. Sabemos plenamente que un mal tiempo, es más bien un “tiempo enfermo”, correspondería decir que nuestras ideas clásicas se enfermaron y ya se han convertido en epidemia cultural cuyo síntoma es la incultura generalizada.

En este punto me encuentro con Eduardo Fidanza y generalizo: el mundo está desordenado, nosotros como seres humanos estamos desordenados y este desorden nos llevó a sustituir la filosofía por la sofistica que reitero una vez más, tal como decía Jacques Maritain, es una enfermedad, muy difícil de sanar, del espíritu.

Los sofistas eran excelentes malabaristas del saber sus razonamientos que quizás son lo que dieron origen al populismo y a su fundamento “cultural” que son las posverdades. Convirtieron a la lógica en un juego perverso que nos hace creer que toda falsedad puede ser cierta, que la estupidez es una virtud, que la ignorancias es sabiduría, y que el bien y el mal son una mera y relativa abstracción cultural.

Sobre este soporte cultural estamos viviendo en el mundo y queda demostrado en los nombres de los dirigentes que nos gobiernan desde Donald Trump en los EEUU, expresión cabal de la barbarie política, pasando por los separatistas “Puidgemont catalanes”, los políticos elegidos en la reciente elección de Italia; Theresa May, pobre expresión de un país que tuvo los más sagaces políticos que le permitieron desde una isla insignificante dominar el mundo hasta el final de la 2da. Guerra, y nuestra Latinoamérica que aún debe soportar a un Nicolás Maduro que ya entró en descomposición acelerada y se convirtió en cuestión insoluble.

En cierto modo, todo esto es un síntoma de algún tipo de subdesarrollo. Frente a esa agonía que vivimos hay dos líderes, Vladimir Putin y XI Jinping, que no ocultan su vocación imperial usando el comercio como arma infalible y desde sistemas políticos que distan de ser democráticos y que saben explotar para su consumo, nuestra inocente retorica y nuestros patéticos eufemismos.

Andrés Malamud lo dice sin pelos en la lengua: “El mismo perfil de comercio exterior se reproduce en el resto de los países sudamericanos: la región sigue siendo una periferia exportadora de commodities lo que cambió es el centro proveedor de manufacturas”.

El milagro chino está remolcando a nuestras economías, pero lo que queda demostrado es que sin remolque seriamos mucho menos. Ya en nuestro país tenemos un gobierno de adolescentes tardíos que celebraron en una cierta intimidad el supuesto triunfo de Luis “Toto” Caputo en el Congreso que evidenció el dramático nivel de pobreza de los interpelantes, la imposibilidad del Ministro de explicar la cuestión de “Noctua” y el picaresco final que pretendió ser un irónico e inmaduro pedido de clemencia (¿Sabrá este ministro que la cigüeña no trae en su pico a los bebes de Paris?) y se convirtió en un imprevisto éxito que le permitió terminar la sesión por la causal de “desorden generalizado”, más allá de su cansancio.

Nos queda un consuelo, no somos los únicos mediocres, estamos a la par… por eso nos felicitan, dicen apoyarnos y nos prestan (porque pagamos buenas tasas) y hasta quizás pasemos al nivel de emergentes e ingresemos a la OCDE, pero con todo eso, ni se cura, ni se come ni se educa…

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