domingo, 5 de febrero de 2012

CLAVES


DISPUTA EN EL FRENTE PARA LA VICTORIA

Los "menemizados" le responden a Moyano

Hugo Moyano es una obsesión dominical de la prensa cristinista. Cristina Fernández ha decidido no responderle directamente, en especial cuando su ex aliado la acusó 2 veces en 3 días de "menemista". Tampoco los voceros del Frente para la Victoria decidieron embestir frontalmente. Es evidente que hay otros actores en el juego y, casi con espíritu docente, han privilegiado "explicar" el conflicto. 


 
AGENCIA/CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). No agredir en lo personal a Hugo Moyano. Insistir en que él se encuentra cada vez más aislado. Concederle una explicación política al conflicto con el ex aliado: resultan las prioridades de lo mucho que ha escrito la prensa paragubernamental acerca de Moyano hoy domingo 05/02.

Una paradoja de lo que ocurre es que, hasta ahora, Hugo Moyano no protagonizó alguna ofensiva de la Confederación General del Trabajo contra Cristina Fernández sino que solamente ocurrió un conflicto sectorial entre el Sindicato de Choferes de Camiones, con el junior Pablo Moyano al frente, y una empresa privada. Pero el Frente para la Victoria reaccionó con cierta histeria, como si hubiese resultado un cataclismo político. O sea que para ambos contendientes fue un efecto demostración de lo que podría ocurrir.

Después, Moyano acusó en 2 ocasiones a Cristina Fernández de "menemista", y el oficialismo decidió reorientar el discurso, como si temiera que el sindicalista termine coincidiendo con su antiguo rival, Grupo Clarín, o con Daniel Scioli; y/o como si la prioridad fuese 'convencer' a los protagonistas secundarios probables. Es evidente que Cristina quiere aislar a Moyano, dentro y fuera de la CGT; y Moyano apuesta a buscar simpatías/solidaridades.

Cristina Fernández le ordenó a The Old Fund, Amado Boudou, responder, de simpatizante marplantense a simpatizante marplatense, y de millonario a millonario, a Hugo Moyano. En el pasado reciente, Moyano fue el simpatizante Nº1 del despegue político de Boudou en el distrito porteño. Boudou convocó al diario paragubernamental Página/12 para que le hiciera una entrevista acerca de Moyano, tarea que cumplió Victoria Ginzberg:

"–¿Va a haber una respuesta formal del Gobierno a Hugo Moyano?

–Este gobierno se ha ocupado siempre de los trabajadores y tiene un nivel de interlocución directa con los trabajadores. Va a seguir en ese camino. Uno ve con claridad cómo es recibida la Presidenta cada vez que tiene contacto con los trabajadores. No hay ningún gobierno que haya hecho un esfuerzo tan grande para que se recomponga el salario real. El proceso de industrialización es un proceso de inclusión en el que permanentemente aumenta el número de trabajadores. Para cualquier otra respuesta hay una nota en Página/12 de Luis Bruschtein que resume el signo de estos tiempos y las contradicciones que pueden generarse en el movimiento obrero.

(...) –Moyano dijo que no entiende qué es la sintonía fina, dijo que le hacía acordar a Menem.

–Acá no hay nadie que no entienda. Todos los que tienen responsabilidades entienden muy clarito. Por ejemplo, el rol de los subsidios no puede ser asegurar que algunos sectores tengan ganancias por encima del resto. Por eso en esta etapa el redireccionamiento de subsidios tiene que ver con mantener las condiciones de competitividad y mejorar la equidad, que ha sido una de las claves de este proceso. Si uno compara Argentina con el resto del mundo, queda claro que la redistribución del ingreso no sólo es una cuestión social importantísima, sino también un instrumento económico de gran envergadura porque la mejora en la distribución del ingreso permite sostener el mercado interno, al mismo tiempo, esto genera más puestos de trabajo y más inversión. Cuando hay sectores con rentabilidades excesivas, se frena este circuito y eso tiene que ver con diversas medidas que la Presidenta está tomando en esta etapa.

–Moyano dice que va a haber un freno en las paritarias.

–Este gobierno es el que las fomenta. Los trabajadores mejor que nadie saben cuándo no había paritarias. Justamente la etapa del kirchnerismo es la que sostiene a rajatabla el mecanismo de paritarias como la mejor manera para que los aumentos salariales permitan que los trabajadores estén todos los días un poco mejor.

–¿Molestó la mención a Carlos Menem, a la flexibilización laboral?

–No resiste el menor análisis.

–¿El Gobierno preferiría un cambio en la cúpula de la CGT?

–Esa es una cuestión de los trabajadores y sus representantes.

–¿Pero el diálogo con Moyano se puede recomponer? El dijo que estaba suspendido. ¿Cómo lo ven ustedes?

–Es lo que decía antes. El Gobierno tiene un nivel de interlocución con el conjunto de los trabajadores directo. Y eso va a seguir así porque es un gobierno que representa a los trabajadores, si no, no podría tener más del 54 por ciento de los votos. La cuestión de las internas sindicales y las discusiones sindicales tienen que resolverse en esos ámbitos, no es un tema del Gobierno.

–Más allá de los planteos gremales, ¿tienen alguna explicación sobre el cambio de posturaen relación al Gobierno de Moyano? ¿Hay un enojo personal, esperaba más lugares en las listas, no tiene interlocutor y estaba más cómodo con Kirchner?

–No sé. Lo que sí interpreto es que no pueden ponerse las cuestiones personales por encima de las responsabilidades y del rol que cada uno tiene. Así como el Gobierno no puede poner el interés sectorial por encima del interés del pueblo, ninguno de nosotros puede poner la visión personal o los gustos personales por encima de las responsabilidades que tenemos. Pero no sé si es así.

–¿Cuánto se enojaron con el gobernador Daniel Scioli por el pedido de que Moyano no se vaya de la conducción del PJ?

–Nosotros no nos enojamos, nosotros trabajamos. Cada uno asume su responsabilidad y toma sus posiciones y ocupa los espacios. Hay que ser lo más consistente y consecuente con un modelo de gestión y de decisiones políticas que le sirve a los argentinos. No es cuestión de enojarse sino que cada cual se pare muy claramente en su lugar, dé definiciones y lo haga de cara a la sociedad.

–¿Se están pensando en el reemplazante para el cargo de Moyano en el PJ?

–Se va a resolver con los mecanismos del partido. Cuando lo considere, va a reunir a sus autoridades y lo va a resolver. (...)".



"(...) ¿Se profundizará la pelea con Moyano? ¿Se convertirá el viejo aliado en la cara de la protesta de las clases medias por la readecuación tarifaria, ahora que la oposición se fue de vacaciones sin fecha de retorno? Eso también lo sabe sólo Moyano

Por lo pronto, negarle derecho al pataleo es excesivo. Es como olvidarse de la noche a la mañana que después de Saúl Ubaldini fue el más coherente defensor de los trabajadores, a su modo, aunque las clases medias tilingas nunca le reconozcan el mérito. 

Algunos sí, claro, pero recién ahora que los títulos de Clarín reflejan sus enojos con el gobierno K y lo empiezan a ver rubio, alto y de ojos celestes, parecido a Lech Walesa, y hasta es probable que lo propongan como Nobel en sus tweeteos.

Improbable que haya acuerdo. Igual de improbable es que este desacuerdo ponga a Moyano en la vereda de Luis Barrionuevo. Nótese que se dice improbable y no imposible porque se asume desde esta columna que algunas de las cosas contemporizadoras que se dicen por lo bajo son ciertas, tanto de un lado y del otro, pero a las palabras también hay que acompañarlas con gestos. 

Inútil es descartar un realineamiento de Moyano junto a Daniel Scioli, en ese espacio de kirchnerismo por la libre donde el gobernador bonaerense puede jugar a la pelota con Macri y Moyano defender al “Momo” Venegas, y a la vez plantear que son leales a Néstor y Cristina. Quizá sus diputados sigan dentro del FPV, o voten de acuerdo al momento en disidencia. Eso también lo sabe sólo Moyano. 

Por lo demás, es casi de Perogrullo para el amplio arco plural, diverso y policlasista que apoya este modelo de país que Moyano no puede comparar seriamente al kirchnerismo con Menem porque se estaría disparando en el pie y el kirchnerismo no puede correr con Oscar Lescano al moyanismo porque es como meterse el dedo en el ojo.

Horrorizarse por sus definiciones tampoco es muy aconsejable. No es tan grave y tampoco es simple. 

El peronismo nunca tuvo paz. Jamás fue gandhiano. Pero desde el ’45 el jefe político siempre quiso tener en la CGT a un incondicional que lo ayude a gobernar. Perón a Espejo y a Rucci. Menem a Daer. Néstor a Moyano. ¿Y Cristina, después del 54 por ciento?

Eso lo sabe sólo ella."


El politólogo Edgardo Mocca viene escribiendo sobre Antonio Gramsci, Hugo Moyano y la hegemonía, desde marzo de 2011 (cuando el camionero ordenó una medida de fuerza protestando contra cómo lo trataban los medios de comunicación). Pareciera ya una especialización, de parte de Mocca. Hoy (domingo 05/02), Mocca insistió:

"(...) Los sindicatos tienen un papel decisivo en la defensa corporativa de los trabajadores. Y “corporativa” no es una mala palabra ni una cuestión menor. En los mencionados tiempos del neoliberalismo, el debilitamiento de los sindicatos fue una de las premisas centrales del despliegue del proyecto político entonces hegemónico. 

Desde la asunción del kirchnerismo hasta hoy, la alianza Estado-movimiento sindical fue un eje del proceso de transformaciones. Los beneficios mutuos son innegables: la alianza contribuyó a la construcción de poder legítimo para un grupo dirigente que asumió la conducción del Estado desde posiciones de gran debilidad; fue también la herramienta para un mejoramiento general y sostenido de las condiciones de vida de los trabajadores, el aumento de los ingresos, la espectacular recuperación del empleo, la incorporación de excluidos al sistema jubilatorio y, entre otros muchos indicadores, la recuperación del rol social de los sindicatos.

Ahora bien, no es una alianza entre pares. Cualquier pretensión de igualar las posiciones presupone un abandono de la perspectiva gramsciana de la hegemonía. El Gobierno, a través de la Presidenta, ha dicho reiteradamente que gobierna para los cuarenta millones de argentinos, pero, al mismo tiempo, ha dejado claro que no es neutral, que le da prioridad a los intereses de los más vulnerables. Tanto la universalidad de la apelación (los cuarenta millones) como la prioridad (los más vulnerables) son un ejercicio de la hegemonía. No pueden someterse a una discusión estrictamente sindical. 

Los sindicatos pueden y deben defender a los trabajadores en las paritarias (que ciertamente no fueron recuperadas por el Espíritu Santo). Pueden y deben reclamar por las más diversas reivindicaciones. Lo que no deberían sería subordinar el interés de un proyecto político que los tiene por beneficiarios principales a determinados logros circunstanciales.

Si de lo que se trata es de un cuestionamiento al proyecto político y de una propuesta superadora desde el punto de vista del interés político de los trabajadores, la arena central en la que esto debe dirimirse no son los sindicatos. Es la política. Y la política demanda “espíritu estatal”. Es decir la política no puede reducirse a satisfacer demandas de los trabajadores. Se le exige que dé cuenta de los intereses del conjunto nacional sin renunciar al punto de vista de los más débiles. Eso es la hegemonía."


Daniel Cecchini, en el semanario Miradas Al Sur, vocero del cristinismo taliban, también escribió sobre Moyano:

"La concurrencia al asado que Hugo Moyano ofreció el viernes en el quincho del edificio de la CGT fue una postal de la creciente soledad del jefe de los camioneros cuando de enfrentar al Gobierno se trata. Apenas doce dirigentes del primer nivel aceptaron el convite, que tuvo notorias ausencias y el relleno de gremialistas de segunda o tercera línea de algunos sindicatos, cuyas presencias se explicaron más por la misión de informar a sus jefes de lo que se conversaba entre achuras y tiras de asado que por sumarle apoyos al todavía secretario general de la Confederación General del Trabajo.

Incluso entre los que concurrieron hubo quienes dejaron en claro que no comparten en su totalidad las últimas movidas del camionero. “Fui uno de los que plantearon que, en algunas oportunidades, con algunas cuestiones puntuales, hay compañeros que no compartían la posición de Moyano y esto se puede decir libremente”, dijo el secretario general de los taxistas y secretario gremial de la CGT, Omar Viviani, a los periodistas que montaban guardia en la entrada del edificio de la calle Azopardo. 

Lo cierto es que la mayoría lo acompaña en los reclamos de neto corte gremial, como la suba del mínimo no imponible al impuesto a las ganancias, la eliminación de los topes para las asignaciones familiares y, fundamentalmente, el reclamo de los 12.000 millones de pesos que el Estado adeuda a las obras sociales, pero son cada vez más los que se despegan rápidamente cuando el líder de los camioneros desafía abiertamente a la Presidenta o desnuda sus ambiciones políticas. (...)".


Al Frente para la Victoria le interesa conocer cómo es que en Brasil, el Partido dos Trabalhadores no tuvo tantos problemas con su Central Única dos Trabalhadores. Carolina Keve le preguntó a Alberto Robles, especialista en Derecho Sindical, en la revista Debate, hoy día vinculada a Rudy Fernando Ulloa Igor. Pero la respuesta no le resulta muy útil al FpV:

"-Para algunos estudiosos del tema, al consolidarse con el peronismo el movimiento sindical se convirtió en una expresión de un proyecto de poder, acentuando su naturaleza corporativista.

-Primero, deberíamos definir qué entendemos por corporativismo. Se suele caer en el mito que hace referencia al modelo fascista italiano, donde los sindicatos constituían corporaciones que dependían del presidente. En la Argentina esto no pasó. En primer lugar, los sindicatos argentinos no son una creación del peronismo. Lo que Perón hace para construir su poder es un acuerdo con los sindicatos socialistas y anarquistas, que hacía quince años venían cambiando de estrategia intentando establecer mecanismos de negociación y acercamiento con los distintos gobiernos. Es así como sus dirigentes se hacen cargo de la Secretaría de Trabajo y, desde ahí, desarrollan las políticas laborales. Quien hace las políticas laborales no es Perón, son los sindicalistas socialistas y ex anarquistas. Juan Atilio Bramuglia, un dirigente socialista que fue el ministro de Relaciones Internacionales de Perón; Ángel Borlenghi, que fue secretario general de Empleados de Comercio y ministro de Interior; Luis Gay, líder de los anarquistas, devenidos sindicalistas revolucionarios, que fue presidente del Partido Laborista que le da el triunfo a Perón…Ahora si se usa la palabra corporativo en el sentido de que el sector se preocupa sólo por el sector como cuerpo, la frase sí empieza a tener sentido. Sobre todo, durante el neoliberalismo y tras el retorno de la democracia el sindicalismo se hizo corporativo. 

-¿En qué sentido?

-Se replegó sobre sus estructuras porque empezó a ser muy atacado. Si no se sale de este corporativismo, va a haber problemas. Pero insistamos en no acometer lecturas históricas erradas: el peronismo es un laborismo, no es un fascismo. No es que desde arriba Perón tejió un diseño del entramado sindical, como sí pasó en Brasil donde Vargas construyó los sindicatos como instituciones de poder.

-¿Cómo se caracteriza el movimiento sindical en Brasil? 

-Brasil tiene un sistema sindical diseñado de acuerdo a las reglas del fascismo. Lo hizo Getulio Vargas en los años '30, con un modelo sindical municipal. Era un sindicalismo sin centrales. Tras la dictadura militar, el movimiento obrero libre organiza centrales, todas ilegales. Hoy hay un total de doce, pero el gobierno sólo reconoce cinco. La que tiene mayor cantidad de afiliados es la CUT, a la cual pertenece Lula, pero la mitad de los sindicatos no están afiliados a ninguna central. 

-¿Y cómo pudo avanzar con este sistema una construcción tan orgánica como el PT?

-Porque en el Partido Comunista se dio una estrategia de desarrollo dentro del sindicalismo 'pelego', como se llama a los sindicatos articulados en la época de Vargas. Y en eso radica su fuerza: no desarrolló sindicatos paralelos.

-¿Y Lula mantuvo esa arquitectura institucional?

-Quiso cambiarla, era una de sus primeras propuestas electorales, pero no lo hizo.

-¿No lo hizo o no pudo hacerlo?

-Siempre el poder impone límites. Tuvo que negociar y llegó a cambiar algunas reglas de juego, pero sólo eso. Hay que entender: los sindicatos son movimientos vivos, no pueden entenderse como estructuras fijas diseñadas por una mente iluminada. Son movimientos que se articulan en la lucha política.

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