jueves, 9 de junio de 2011

CNA-INFORME ESPECIAL


La escolarización y el déficit educativo de la Argentina

La mitad de los niños de 2 a 4 años se encuentra fuera de los procesos de escolarización, mientras que el 19% de los adolescentes en los primeros años del nivel medio, y el 41% en los últimos años, no asisten o está atrasado respecto de su edad. Datos y números de una Argentina que muchos quieren ocultar bajo la alfombra

A pesar del pujante crecimiento económico que vivió nuestro país desde la devaluación en el 2002 hasta el año 2008, el sistema educativo ha ido en franca caída, con una cada vez mayor deserción escolar y una exclusión que supera los índices que habían sido un orgullo de nuestro país por su alta cobertura social.


En los últimos años, hemos acudido a un brutal descenso de la calidad educativa en la Argentina , por lo que se hace necesario que desde el Estado se planteen políticas acordes a lo que necesita la educación hoy en día, y la escuela vuelva a tener el papel preponderante que se merece en cualquier sociedad que se dicte civilizada. Se deben brindar las armas para que se pueda aprender con igualdad de oportunidades, y eso sólo se hace con decisión política y encarando políticas activas que tiendan ala inclusión y que permita el acceso y permanencia de los estudiantes.
 
La inequidad, la falta de igualdad de oportunidades, el alto desempleo, la pobreza, la marginación, la desigualdad, la desnutrición infantil, son algunas de las causas que han llevado a que la situación de la educación en la Argentina esté pasando por un estado terminal y se precisen política de Estado rápidas y precisas que sirvan para la solución de un problema que se ha ido agravando con el correr de los años y sin vistas de arreglo en el corto plazo.
 
Un trabajo efectuado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica
Argentina y la Fundación Arcor , muestra como la exclusión educativa en los primeros años de vida y el déficit educativo en los adolescentes tienden a ser más regresivos a medida que se incrementan las condiciones de pobreza.
 
La Ley Nacional de Educación (26.206) señala en su Artículo 18, la responsabilidad del Estado de expandir los servicios de la Educación Inicial , así como de asegurar el acceso y la permanencia en igualdad de oportunidades. Como sabemos, este nivel comprende a los niños desde los 45 días hasta los 5 años de edad, siendo este último, obligatorio. La norma también establece la obligación del Estado de universalizar los servicios educativos para los niños y niñas de 4 años (Art.19).
 
La nueva ley constituye un avance muy importante en el reconocimiento del derecho a la educación en los primeros años de vida, ya que el ingreso temprano a espacios de aprendizaje es relevante en las trayectorias escolares futuras. El desafío, entonces, es crear una estructura de oportunidades para la inclusión educativa en los primeros años de vida.
 
El estudio de la UCA muestra que la mitad de los niños argentinos de 2 a 4 años que viven en las principales ciudades del país se encuentra fuera de los procesos de escolarización, situación que en el 25 % de las familias más pobres del país afecta a siete de cada diez chicos. La situación de desigualdad social queda marcada en que es el 25% más rico de la sociedad el que tiene las mayores posibilidades de acceder a la educación, en contraste con el 25% más pobre, a los que les cuesta más tener acceso a los métodos educativos y al proceso tradicional de escolarización.
 
En la franja educativa donde hay menos deserción por parte de los alumnos es en la sala de 5 años y en todo el ciclo primario, donde la exclusión escolar tiene un muy bajo porcentaje, llegando el nivel de escolarización llega al 97,6 % en el preescolar y en el EGB 1 y 2 la asistencia también es casi perfecta, trepando al 99,3 %.
 
Donde empiezan a verse las diferencias sociales, la falta de oportunidades y las desigualdades, es en el ámbito secundario, donde la adolescencia entra a full y en los años de enseñanza más complejos para el individuo, la educación argentina comienza a fallar y la deserción y los problemas educativos salen a la luz. Para el Observatorio de la Deuda Social , el 19 % de los adolescentes en los primeros años del nivel medio y el 41 % en los últimos años no asisten a la escuela o están atrasados respecto de su edad.
 
En este grupo, al igual que en los niños más pequeños, el déficit educativo guarda alta correlación con el estrato socioeconómico, siendo claramente más regresivo y temprano a medida que disminuye el segmento social al que se pertenece. Así, un adolescente de entre 13 y 17 años perteneciente al 25 % más pobre del país tiene 9,5 veces más posibilidades de no asistir al colegio que otro joven del 25 % más rico.
 
Otra de las cuestiones que demostró este estudio realizado por la UCA , es que los chicos que están en condiciones de vulnerabilidad social, en un 30% no puede escribir su nombre de manera autónoma, en correlato con el 5% de lo que sucede en la franja social con mayores recursos económicos.
 
En relación a la posibilidad de alcanzar los mejores recursos educativos, el informe revela que en la escuela primaria, un niño del 25 % más rico tiene 8,5 más chances de asistir a una escuela de doble jornada que un niño del 25 % más pobre. En el acceso a la enseñanza de computación, la brecha de desigualdad es de 2,6 veces y de dos veces en el acceso al conocimiento de un idioma extranjero, cifras que se mantienen prácticamente iguales al entrar al ciclo medio.
 
La calidad educativa es algo que tendría que estar relacionado con lo que puede ser un valor agregado de la educación. Nunca en términos absolutos. Una escuela que toma de entrada a los mejores chicos (ya sea por notas o por exámenes de ingreso), y donde los profesores están deseando estar en ese establecimiento, obviamente los resultados van a ser mejores. Lo que debe darle calidad a una escuela es como entran los chicos y como salen.
 
Los objetivos a los que el gobierno nacional debería apuntar para una excelencia educativa, son sencillos, primero, recuperar la concepción humanista de la educación y darle un mayor desarrollo; segundo,  incorporar como valor fundamental el respeto a la diversidad; y tercero, evitar profundizar la fragmentación social que se da a través de la aplicación de modelos que dicen ser inclusivos, pero que sólo responden a intereses mezquinos y ajenos al ideario popular.
 
Desde el Estado nacional debe darse el debate de saber ¿qué país queremos para nuestro y para el futuro?, y a partir de allí, generar el Plan Estratégico que dé respuesta a la inequidad, a la exclusión, inclusión y justicia social, que tanto se pregona desde los atriles y actos públicos, pero pocas veces llevadas a la realidad, para que a partir de allí con su profundización sean las instituciones educativas.
 
Un país sin educación, es un país fácil de dominar y de someter, por lo que es una tarea pendiente por parte del Estado (y lo ha sido desde el regreso de la democracia allá por 1983), brindar todas las armas del conocimiento necesarias a la población, para que de esa manera el individuo se pueda desarrollar y crecer en la vida.

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