viernes, 10 de junio de 2011

HARM REDUCTION EN ARGENTINA

Lo que la THC no te cuenta: Monsanto y la conspiración de la marihuana

George Soros a través de su fundación Open Society, financia diferentes grupos por todo el mundo con la intención de expandir su visión de "reducción de daños". A la vez, es accionista de Monsanto, que busca desarrollar semillas de marihuana transgénica con fines medicinales y para producir textiles y biocombustibles. Soros mantiene en el país capacidad estratégica para plantar y cosechar cualquier planta. Unir los puntos resultaría sugestivo pero... ¿de esto no se enteran en la revista THC?
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) - Las pruebas sobre la forma en que una conspiración logró la prohibición del cáñamo de marihuana en buena parte del planeta a partir de 1937 son abrumadoras y ya bien conocidas. A esta altura de los acontecimientos, el debate sobre si un porro es adictivo o no parece ingenuo, sobre todo si se toman en cuenta los poderosos lobbys que están manejando la opinión pública en un tema que genera polémica: la despenalización de la tenencia de estupefacientes y el tratamiento que debe darle el Estado a los adictos a las drogas.

Desde legislación tendenciosa hasta atentados y encarcelamientos injustos de activistas han dado más de un argumento a los defensores del libre consumo del cannabis a lo largo de la historia para sostener que una injustificada persecusión se lleva adelante en su contra. La persecusión genera presión que tarde o temprano estalla en expresiones populares, ya sean espontáneas o inducidas.

Que el narcotráfico es un flagelo, no cabe la menor duda. Ver a un tranquilo e intelectual director de la revista THC, Sebastián Basalo, y a un descontrolado Claudio Izaguirre, presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina, acusandose mutuamente de "narco" y alimentando el alicaído rating televisivo de Gerardo Rozín en C5N, bastan para ver la seriedad del asunto: en el tema de la legalización, nadie quiere estar del lado de las bandas organizadas que cortan cabezas en Tijuana, ni del lado de los que cavan fosas comunes en Cali, ni de los vendedores de paco minoristas en las villas.

El debate está planteado e inclueye a diferentes actores que van desde pequeños emprendimientos editoriales a grandes conglomerados agroindustriales, sin pasar por alto la mirada disimulada del gobierno frente al avance de la despenalización, que parece inexorable. Más aún en un año electoral.

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